Se ovilla sobre las baldosas frías y comienza a temblar mientras un hilillo tibio tiñe la estampa de rojo. La detonación, los gritos y desmayos, y el olor a pólvora se unen al grupo de invitados formando un impresionado corrillo sobre el yacente.
Desde las entrañas del exquisito ramo, una segunda bala se ha abierto paso haciendo, esta vez, diana sobre su corazón.
Tan solo ella, de blanco impoluto, parece haber descifrado las palabras ocultas del sermón.