Imagínate que las suelas de todos tus zapatos dejaran huellas de colores en el suelo al caminar. Así, desde el momento en que pisaras el mundo verías cuanto has andado, y qué poco has visto. Imagínate si cada persona dejara huellas en el suelo al caminar, la Tierra estaría llenas de senderos de pies, recorridos de unas vidas. Así podrías ver dónde has estado, dónde se cruzaron vuestros caminos y cómo comenzasteis a pasear juntos. Cómo viajasteis hacia lugares vírgenes donde las únicas huellas eran las vuestras y cómo en un punto vuestros caminos se separaron hasta perder el rastro. Darte cuenta de que los pasos en falso son habituales, y que cada recorrido es único ya que, por muy cerca que estén, nunca llegan a sobreponerse. Imagínate que los bebés al gatear dejaran marcas de sus manos, y que hubiera tantos colores como personas. La Tierra sería un lienzo en continua creación,
un cesto que recoge los recuerdos del caminante que vuelve sobre sus pasos.