Por fin han ganado los que apostaron por el fútbol de verdad, frente a las patadas; los que caminaron con humildad en un mar de altanería en el que se ha convertido este deporte; los que hicieron un equipo unido en un mundo de individualidades… Llegaron a lo más alto quienes se lo merecieron.
Y tras lograrlo, el mundo se ha rendido ante esta demostración. El mundo entero y, en especial, un país agarrotado y desunido que necesitaba una inyección de moral como ésta. España se ha sacudido todos los prejuicios y se ha unido en torno a una ilusión. Ahora sólo falta que lo que ha logrado el fútbol, no lo separen ni los políticos, ni la crisis, ni el pesimismo…
Ahora, sólo nos toca demostrar a los españoles que no sólo en el fútbol podemos ser los mejores, que nada es inalcanzable; que cualquier objetivo se puede conseguir; que el esfuerzo y el trabajo tienen su recompensa. Ahora es nuestro turno, nuestro destino.
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