Comienzo hoy mi tercer blog (el segundo por gusto; Ius Romano no tuvo ni tiene razón de ser y no es más que ancho de banda desperdiciado), y no puedo evitar preguntarme, mientras las ariales y las times new roman se dibujan ante mis ojos, ¿por qué? ¿Por qué he decidido crear un nuevo blog? ¿A qué responde?
En honor a la verdad, la primera y más importante razón es que, como aspirante a escritor que soy, un blog fresco y constantemente remozado es imperativo. Hombre, si Alexánder Obando y Guillermo Barquero tienen un blog, ¿cómo en esta vida no voy a tener yo el propio? Mi blog me deja calzar, fit in con los que saben. Yace allí mi cuota de sinceridad, mi blog contesta a una necesidad de sentirme parte, escasamente como lo es, del único grupo del que quiero ser parte.
En segunda, responde a una necesidad catártica. Motivado por cuestiones personales, he percibido la posibilidad de considerar la literatura un oficio (que no me va a alimentar jamás en la vida, pero usted me entiende) más que un método de desahogo. Siendo este el caso, este blog representa mi plataforma para descargar todo aquél pensamiento que me estorbe en la cabeza, y que considere necesario echar al viento.
Dicho todo eso, no puedo evitar pensar que muy probablemente, y es que la historia lo sugiere así, este pobre blog caerá en el olvido. Sin embargo, la madurez y seriedad con la que he decidido enfrentar mi incipiente carrera como escritor me obliga a tomar este proyecto con la misma solemnidad.
Un espacio de crítica, un pedacito de interné para expresar algunas de las tantas ideas que revolotean en mi cabeza. Agradezo de antemano a ustedes, ínfimos lectores, su paciencia.
*Imagen tomada de los laberintos de DevianArt
© danny