Revista Diario

Gentleman

Publicado el 31 marzo 2012 por Gatadormida

Gentleman

“The Wind…”

Resulta curioso levantar la mirada y ver cruzar por la puerta a quién fue uno de los mejores hombres que han pasado por mi vida. Aún a veces me pregunto que pudo ver en mi, a penas me conocía y sin embargo compartimos varios momentos. “Citas castas y puras”, al fin y al cabo él es “todo un caballero”.

Recuerdo el alcohol subiendo por mis venas, el taxi que compartimos y el momento de película cuando me acarició la mano, nos miramos a los ojos y fundido en negro. Antes de él pensaba que lo lógico era pagar a medias, e incluso muchas veces ser quién pagaba todo, ser la detallista de la pareja, y aguantar frases llenas de perlas que me bajaba la autoestima a menos 10º Para mí todo aquello era muy típico, y cuando salí de esa relación lo que pensaba de mi misma no es ni digno para escribirlo en estas líneas, puede que para escribir una “comedia negra” sirva, o al menos se intente, pero no para manchar estas líneas. Así que de repente me encuentro embarcada en una relación de meses con llamadas porque si, con llamadas a las 6 de la mañana mientras duermo a pierna suelta sobre la cama, con cenas, invitaciones y todo sin necesidad de sacar el monedero. Con detalles como abrir la boca comentando lo bonito que es ese libro, darme la vuelta, ver entre mis manos aquello todo acompañado con una linda sonrisa y las palabras adecuadas. Pero yo no soy una princesa, no estaba acostumbrada aquello, me agobié pero también es cierto que quise avanzar y fue cuando todo comenzó a hundirse.

Por eso resulta curioso levantar la mirada, ver como te sonríe, besos de rigor, como se atropellan las palabras y después de una sonrisa, pequeñas risas… Se gira a ella, le sonríe y presentaciones. En ese momento noté como debería haberse sentido Cameron Diaz al ver como parloteaban Julia Roberts y Dermot Mulroney. Nos quedamos a solas por unos minutos que parecen interminables y entonces aparece la justificación… “Todo bien con ella…” Mira hacia el suelo, es incapaz de mirarme a la cara. Le sonrío, me alegro de corazón, es una buena persona, uno de los hombres que mejor me han tratado. Le comento lo bien que ella me ha caído, me siento contenta porque sea feliz. Me sonríe, le sonrío, nos miramos, nos decimos todo sin decir nada.

A veces nadie es el culpable, pero te alegras de que esa persona haya formado parte de tu vida a corto plazo. Porque a veces adquieren más importancia de lo que habrías pensado, aunque el amor se haya evaporado.


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