Gracias a Hugo, los churrascos y las canciones conocí a Tito, el dueño de ese peculiar espacio de bohemia local al que concurría y aún concurre, aunque con menor frecuencia, un particular grupo de individuos de ideas progresistas, bohemios amantes de los versos de Neruda y Sabines, y de la jarana en todas sus formas, y hasta uno que otro cantante imitador a medias de Silvio Rodríguez, León Gieco o Eduardo Franco, vocalista de Los Iracundos. Entre estos últimos me contaba yo, conformando entre todos una suerte de clan, a modo de “La Crema Innata de la Intelectualidad Local”.
El líder indiscutible de este colectivo era Lázaro (Lacho para los de la foto). Capaz de congregar a su alrededor a todo un ramillete multicolor de locos y amigos, o viceversa, y a la vez tener su propio club de admiradoras, amigas de todos, claro.
Gracias a Lacho, las rondas bohemias y mi interés por conocer músicos, cantantes, compositores y poetas, llegó a mis manos, una de esas noches de 1998, un disco que contenía diecisiete canciones en portugués. Lacho sabía ya de mi gusto por la sonoridad cantarina y las formas gramaticales de ese idioma, y de cantantes como Caetano Veloso y Simone; me lo dio con la única condición de que lo escuchara y que a la vez leyera las letras que venían en el librito del disco.
A la mañana siguiente me dispuse a cumplir con la tarea. Solo pude hacerla a la mitad, el tamaño de la letra de los versos era muy pequeña para mi condición visual, y aunque al principio intenté resistirme no logré quedarme sin escuchar las canciones. El lunes siguiente pedí en un centro de copiado que me hicieran unas copias ampliadas de los textos y esa noche comprendí la idea de Lacho.
Descubrí la poesía de uno de los más representativos compositores brasileños de todos los tiempos. Fina, dulce, clara y convincente, cantada por una voz melancólica y amable a la vez, y entonces conocí a Chico Buarque.
Biografía de Chibo Buarque
Francisco Buarque de Hollanda, Chico Buarque, nació el 19 de junio de 1944 en Río de Janeiro, Brasil. Hijo de un reconocido historiador brasileño, creció en una familia de condición acomodada. Desde muy pequeño mostró gran interés por la música y la literatura, de las que unos años después se convertiría en representativa figura de su país y posteriormente de su continente.
Amante de los ritmos locales, en especial del boza nova, admirador de João Gilberto, comenzó a componer siendo muy joven. A los veinte años empezó a darse a conocer como músico y cantautor y fue consolidándose gracias a su participación en festivales musicales y programas de televisión. Grabó su primer disco en 1966 titulado Chico Buarque, y desde entonces cuenta con una basta discografía de más de cuarenta álbumes entre discos de estudio, recopilatorios y conciertos.
En 1989 RCA Ariola edita el álbum Chico Buarque, aquél que tuve en mis manos gracias a Lacho. Contiene diecisiete canciones, entre las que se encuentran: A banda, O que sera, Vai pasar, Meu Gurí, Construção, Cálice y Mihna História (Gesubambino). Esta última fue la que caló más hondo en mí, por la manera nostálgica, melancólica y hasta risueña con la que Buarque dibuja la historia de uno de tantos hombres que llegaron al mundo por la fortuna trágica de su madre, quien siendo joven se enamora de uno de muchos marineros que han de pasar y pasarán por los puertos de este mundo llevando al plano de los hechos aquella terrible frase de “tener un amor en cada puerto”.
Minha História (Gesubambino) fue grabada por primera vez, bajo el sello discográfico Phillips, en 1971, y forma parte del álbum Construção, lanzado al mercado ese mismo año.
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Aquí les dejo para que conozcan y disfruten: Mina História en su versión original con Chico Buarque, y la transcripción de su letra en portugués, y como regalo especial una versión en español interpretada por el cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa, para que quienes como yo no dominan ese idioma.
Minha História (Gesubambino)
Ele vinha sem muita conversa, sem muito explicar
eu só sei que falava e cheirava e gostava de mar
sei que tinha tatuagem no braço e dourado no dente
e minha mãe se entregou a esse homem perdidamente
Ele assim como veio partiu não se sabe pra onde
e deixou minha mãe com o olhar cada dia mais longe
esperando, parada, pregada na pedra do porto
com seu único velho vestido cada dia mais curto
Quando enfim eu nasci minha mãe embrulhou-me num manto
me vestiu como se eu fosse assim uma espécie de santo
mas por não se lembrar de acalantos, a pobre mulher
me ninava cantando cantigas de cabaré
Minha mãe não tardou a alertar toda a vizinhança
a mostrar que ali estava bem mais que uma simples criança
e não sei bem se por ironia ou se por amor
resolveu me chamar com o nome do nosso senhor
Minha história é esse nome que ainda hoje carrego comigo
quando vou bar em bar, viro a mesa, berro, bebo e brigo
os ladrões e as amantes, meus colegas de copo e de cruz
me conhecem só pelo meu nome de menino Jesus