Revista Literatura

Giménez o Gutiérrez

Publicado el 08 noviembre 2022 por Netomancia @netomancia

El “buen día” rebotó en el vacío. La oficina estaba repleta, pero nadie contestó su saludo. Era previsible. 

Quince días antes, Carolina y Martín habían anunciado que se irían a vivir juntos. Hubo incluso una promesa de hacer una cena para celebrar la ocasión. Pero al día siguiente, los nombres de ambos aparecieron en todos los medios informativos de la ciudad.

Martín había caído de un segundo piso, del edificio donde la pareja se iba a mudar. Carolina, compañera de trabajo y novia del joven, había sido encontrada en la bañera, con un corte en la muñeca.

Dos ambulancias llegaron con las sirenas aullando y partieron con la misma urgencia. El muchacho aún respiraba. Y la chica, a pesar de la sangre que había perdido, aún tenía pulso.

Se sentó en el escritorio que utilizaba habitualmente, sabiendo que las miradas se dirigían todas a su lugar. Nadie se levantó para acercarse, nadie atinó a nada. Entendió que en la oficina ya se había ejecutado un juicio de valor. Miró de reojo la puerta del despacho de su jefe, previendo que tarde o temprano la voz ronca que tantas veces había escuchado vociferar apellidos, gritaría el suyo. No se limitó a quedarse pendiente de ello. Bajó la vista y se enfocó en su computadora. Ingresó su contraseña una, dos, tres veces. Evidentemente la habían cambiado. Seguramente con el fin de investigar si había evidencias en su contra. No sospechaba de sus compañeros. Bien podría ser la policía. Abrió el cajón, con resignación: sus papeles y apuntes ya no estaban allí.

La primera de las ambulancias subió por la rampa de emergencias a gran velocidad. Cuando las puertas traseras se abrieron, dos enfermeros y un médico estaban fuera con una camilla, un tubo de oxígeno y todos los accesorios para recibir a la joven. Fue cuestión de segundos. En breve desaparecieron de la vista de los curiosos, que no demoraron en voltear la vista al escuchar la sirena de la segunda ambulancia, que era seguida de cerca por dos patrulleros policiales.

¡Giménez! La voz, finalmente, pronunció su apellido. Demoró en ponerse de pie. Quería girar, enfrentarse a cada uno en la oficina y decirles algo. Pero no sabía cómo, ni qué. En cambio, apagó la computadora, cerró el cajón con fuerza y echó la silla hacia atrás. Había cinco metros hasta la puerta del despacho. Pero esa caminata iba a ser interminable.

¡La perdemos! ¡Vamos, rápido! ¿Grupo sanguíneo confirmado? ¡Preparen la transfusión! 

¿Doctor, qué opina? Tiene fracturas expuestas, ha perdido mucha sangre y también…

Estamos en vivo, desde la puerta del Hospital de Emergencias. Aquí han sido trasladados los cuerpos, aún con vida, de dos personas que han protagonizado un misterioso hecho, que la policía ha caratulado de forma preliminar como “Intento de asesinato seguido de intento de suicidio”. Existe un gran hermetismo en torno a este caso, solo sabemos que los internados están en muy grave estado y se trataría de una pareja joven, que tienen en particular el hecho de trabajar en la reconocida firma…

Cierre la puerta, Giménez. ¿Me puede decir que pasó? No era nada del otro mundo lo que le pedí. Se ponía en pareja con Gutiérrez, le hacía creer que había amor, en el momento justo eliminaba a Gutiérrez y me quitaba del camino ese gran problema que le conté. Sencillo, discreto, un accidente. ¿Y qué tengo? Una investigación sobre las espaldas de la empresa. Y a usted, que trata de suicidarse, con la culpa carcomiéndole la cabeza creyendo que había matado a Gutiérrez. Y ahora, Gutiérrez, que vive, está pidiendo justicia y de yapa, mi cabeza, porque usted abrió la bocota en el momento previo al crimen que no supo cometer. ¿Sabe lo que va a pasar? ¿No? Porque usted deberá hacerse cargo de sus errores…

¡Bravo! ¡Logramos estabilizarla! Llévenla a cuidados intensivos… ¡Y saquen por favor a los periodistas que están en el pasillo!

Creo que tendrá una pronta recuperación, joven. Ha tenido la suerte de contarla. Las fracturas en el brazo demandarán un buen tiempo de recuperación y rehabilitación, pero agradezca que las piernas están intactas y podrá movilizarse sin mayores problemas. Ahora, en cuanto a su situación judicial, la desconozco… hay varios abogados y policías afuera, así que seguro se enterará pronto.

La policía ha ordenado hoy la detención de Carlos Lauque, titular de la firma en la que trabaja la pareja involucrada en un confuso episodio ocurrido hace un mes en un edificio de calle Anderson Imberth, dado que habría suficientes pruebas que harían dar un giro de ciento ochenta grados la causa, ya que presuntamente el detenido sería el mentor del intento de asesinato de una de las dos personas sobrevivientes. 

El andén estaba vacío, salvo por una sombra, que delataba la presencia de alguien detrás de las columnas más alejadas. El repiqueteo de los zapatos de una segunda persona, la hicieron salir de su sitio. El primer paso lo dio con una renguera, pero se repuso de inmediato. Le sucedía a menudo, sobre todo cuando el cuerpo permanecía quieto un buen tiempo. Había esperado bastante.

Después de casi tres meses, volvían a verse las caras. No dudaron en abrazarse y fundirse en un largo beso. El plan había sido arriesgado y casi no la cuentan. Pero era la única manera de desmantelar aquello. 

Cada uno llevaba una valija con lo justo y necesario. Para empezar de nuevo, no hacía falta mucho más. A lo lejos podía escucharse el sonido inconfundible del tren, llegando a la estación.


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