Glamour y decisiones
Publicado el 22 octubre 2011 por HouseEsta semana quetermina se ha convirtió en un baúl de noticias. Unas, excelentes para el futurode este país y de esta sociedad. Otras, tan rancias como venían siendo desdehace varias semanas. Y otras, tan planas como el cerebro de alguno de nuestros ilustresgobernantes. Como ya vienesiendo tradicional, la Vetusta de Clarín ha vestido sus mejores galas paraconvertirse por unos días en la capital del mundo. La ceremonia de entrega delos Premios Príncipe de Asturias es un evento que, a pesar de su veteranía, nodeja de ser una cita obligada para lo más granado de la sociedad asturiana y dela española. Por eso de que el Principado de Asturias es España… Carasconocidas de la aristocracia, de la vida política y económica, de la vidacultural y de todos los estamentos de la sociedad. Como siempre, el TeatroCampoamor y el Hotel de la Reconquista se convirtieron en el epicentro de lanoticias. Y hoy, a orillas del Eo, San Tirso de Abres recibió a los ilustreshuéspedes, que acudieron a entregarles el Premio que convierten a esa comunidaddel occidente asturiano en Pueblo Ejemplar. Y digo queestaban todos, porque así era. Hasta quiénes forman parte de los archivos delos Servicios de Empleo se aglutinaron alrededor del famoso coliseo oventensepara reclamar el derecho a trabajar y que nadie le arrebate su puesto detrabajo. Sobre todo cuando no hay argumentos solidos para pulverizar casi milpuestos de trabajo. ¿O sí? ¿O simplemente estamos ante una actitud vengativapor el mero hecho de no poder acceder al control total de esa empresa? Eltiempo responderá a estas cuestiones, pero intuyo que esté acertado en misplanteamientos. Hablaremos de ello en el futuro. Habrá motivos. Seguro. En política hayque estar a las duras y a las maduras. No basta ejercer de fiel anfitrión niutilizar un vehículo blindado, ni que todo asturiano se incline a tu paso si,por el contrario, tu particular modus operandi diariamente es cuando menosimpresentable. Por eso, cuando te presentas en el Teatro Campoamor y te recibencon abucheos, silbidos y gritos de “fuera,fuera”, no queda otra que hacer lo que se hizo. Una guardia pretoriana queno te corresponde, te rodeó y casi en volandas te quitaron de en medio para quela sangre no llegara al río. Pero la noticiade la semana saltó el jueves. ETA anunció el fin de la lucha armada.Ciertamente ésta es una noticia muy esperada por toda la sociedad, por toda,independientemente del color de su gayumbo. Desde ese día han sido muchas lasdeclaraciones y las opiniones al respecto. Todos los líderes políticos, y losque no lo son se han pronunciado al respecto. Pero aparcando las opiniones, haydos cosas que no podemos olvidarnos. Las víctimas y sus familias, y losmiembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que han realizado tanbrillantes, sacrificadas y esforzadas labores para acabar con esta sangría decrímenes que venía manchando la piel de toro desde los años sesenta. Por suerteo por desgracia conozco en profundas a ambos colectivos y, en consecuencia, mesiento con autoridad moral para hablar de ello. Las víctimasson los grandes olvidados de esta masacre. Es muy fácil y muy cómodo hacerse lafoto el día de la tragedia, Es de obligado cumplimiento visitar la capilla ardiente,acompañar e intentar consolar a la familia, y demás actos y gestos al unísono.Sin embargo, ¿qué pasa a la vuelta de dos, tres o cuatro años con estasfamilias que han perdido a alguno de sus miembros en las garras de estos facinerososmalnacidos? Nada. No pasa nada. Los políticos se olvidaron de su dolor y de suspenurias. Ya nadie tiene en cuenta las necesidades de estas pobres familiasque, en muchas ocasiones, tienen que hacer muchos números para llegar a fin demes. En ocasiones, son los propios compañeros quiénes, en un gesto envuelto enuna solidaridad y soportes inaúditos, ayudan no sólo a mitigar el dolor sinotambién a resolver aquellas necesidades y problemas que se presentaron con lanueva situación. Porque, claro, los políticos se olvidaron del tema porque ‘yano hay foto’. Es el día a día, desgraciadamente. Nuestrospolicías y guardias civiles realizan una labor impecable, que en reiteradasocasiones, la llevan a cabo en unas condiciones adversas. Afortunadamente, hoydía podemos estar más que orgullosos de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridaddel Estado. Se trata de grandes profesionales. Competentes. Con derechos ydeberes. Formados profesional, culturaly humanamente. Sensibles ante la desgracia humana pero implacables ante lasinjusticias y la violación de los derechos fundamentales del individuo. Perfectamentedotados económica y materialmente hablando. Todo lo contrario a lo que sucedíaen épocas pasadas, y en otras no tan pretéritas. Pero no entraré en estosbarros. Evitaré que salpicar de lodo a algunos mafiosillo que otro que todavíaanda por ahí. La semana diopara mucho más. Pero lo dejo aquí. No es necesario machacar con análisis grasientosque pondría a más de uno en su sitio, y que ayer se paseaba en su flamantecoche por la ciudad de Clarín. ¡Valiente mafioso! La semanapróxima no acudiré a la cita. No puedo. Las campanas de boda de las que hablabael otro día se oyen cada vez más nítidas y más cerca. Empieza la cuenta atrás.Con la seguridad de todo saldrá bien, y será un día inolvidable, prometo contarlo que acontezca en la villa jovellanista por antonomasia. Puedo adelantar queya hay nervios. Organización y planificación. Los afeizáres de la ciudad yaestán empezando a colapsarse de públicos. Colegios y empresas permitirán quelos parroquianos se tiren a las calles para vitorear a la feliz pareja. Si ayerVestusta eclipsó la vida social de España entera, el sábado próximo será laciudad de Jovellanos la que se transforme en la capital del glamour,. Unaciudad que verá recorrer por sus plazas y ágoras, además de a la feliz pareja,a lo más distinguido de la vida social, cultural, empresarial, económica ypolítica de España.La circunstancia lo requiere. Y algunos quevayan tomando nota. A pocos kilómetros de la ciudad de Jovellanos, en la ciudadnatal del gastrónomo José Andrés, también se espera que un día suenen campanasde boda. Alguna no oye ni ve, pero desde esta atalaya le recuerdo el refraneroespañol: Cuando veas las barbas de tu vecino pelar… ‘. Lo aseguro. Es cuestiónde tiempo. Y poco. Ya lo veréis… Os lo contaré.