Del 1 al 5 de Mayo se celebró en Japón la Golden Week, el período de vacaciones más importante del año. Las clases de japonés se suspendían durante esos días así que éramos libres para viajar fuera de Tsukuba. Había llegado a Japón hacía apenas un mes y en lo último que pensaba era en las vacaciones de Golden Week, así que yo y otros compañeros nos vimos de repente con varios días de vacaciones por delante y sin ningún plan. Ya era bastante tarde para planificar ningún viaje, casi todo estaba ocupado y los precios estaban por las nubes en la víspera, pero teníamos claro que no queríamos morirnos del asco en Tsukuba (todos los estudiantes regresan a sus casas o se van de viaje, es una ciudad fantasma). Así que no quedó otra que irnos a Tokio y alrededores, y a mi me pareció genial porque no había visto nada de Tokio todavía.
Decidimos empezar las vacaciones el sábado yendo a Shinjuku, un barrio conocido por sus rascacielos y su electrizante vida nocturna.
Shinjuku se divide en dos zonas, la parte oeste se caracteriza por tener una de las mejores arquitecturas modernas de Japón, está llena de enormes rascacielos y hoteles de lujo.
El rascacielos más emblemático de todos es el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio, también conocido como Tōchō.
Es el edificio más alto de Tokio y el acceso hasta lo alto de sus dos torres está abierto al público, se puede subir gratis.
Las vistas desde arriba no pueden ser más impresionantes. Se domina todo Tokio, dicen que hasta se puede apreciar el Monte Fuji en días claros.
Seguimos paseando por la zona de los grandes hoteles hasta que empezó a caer la noche, tiempo entonces de cambiar al otro lado de Shinjuku, la zona este.
La zona este se caracteriza por la gran cantidad de centros comerciales y por su actividad nocturna: tiendas, grandes almacenes, pasadizos subterráneos, restaurantes, bares y karaokes. Luces de neón por todos lados.
De camino no pudimos resistirnos a entrar en un sitio de Purikura y descubrir dónde estaba la gracia de hacerse fotos poniendo poses y luego adornarlas con flores y colores. La verdad es que al final pasamos un rato divertido haciendo fotos chorras.
Se nos echó encima la hora de cenar y encontramos un restaurante de okonomiyaki típico de Osaka con muy buena pinta, hasta tenía plancha en la mesa para que te lo cocines al gusto. El primer okonomiyaki nos enseñaron a cocinarlo y después de quedarnos con la copla el segundo nosotros nos lo guisamos y nosotros nos lo comimos. Estaba delicioso.
Después de cenar cogimos el metro y nos dirigimos a descubrir otros barrios de Tokio.
No llegamos lejos. Nos bajamos en Shibuya, a pocas paradas de metro.
Shibuya es otro barrio de Tokio conocido por su actividad frenética, de día y de noche. Se calcula que más de un millón de personas pasan por el cruce de Shibuya en un día cualquiera.
Además de ser un paraíso para las compras, es también una de las zonas de marcha más populares de Tokio. Decidimos terminar el día tomando unas copas en unos bares y poco antes de que cerraran el metro volvimos a Shinjuku, donde habíamos reservado sitio para dormir en un hotel cápsula. Fueron varios los motivos que nos llevaron a pasar la noche en este tipo de hotel: la curiosidad, el precio tan barato y que por ser Golden Week el resto de hoteles estaban ocupados.
La experiencia no fue demasiado cómoda, se pasa un calor asfixiante dentro del cubículo, pero me quedo con la anécdota, y realmente nos salvó de encontrar un sitio barato donde descansar antes de proseguir al día siguiente con nuestra visita a Tokio.
El primer día de vacaciones de Golden Week había sido estupendo. Al acabar el día me sentía feliz, tenía la sensación de haber viajado a otro país diferente después de haber pasado el primer mes casi sin salir de la Universidad en Tsukuba. Y lo mejor es que el día siguiente pintaba igual de interesante...