Revista Talentos
La cogí por el cuello. Sus vértebras crujieron como una botella de plástico. Arrimé mi boca en silencio a la suya. Contuve la respiración y cerré los ojos. Un escalofrío refrescante recorrió mi cuerpo, mientras ella se dejaba hacer emitiendo extraños gorgoteos. Sacié mi sed. El sol derretía los cuerpos.