Hendidas en el suelo, montones de gotas, forman pequeños charcos. Como con voz propia, ellas retumban, desde el hendido pequeño sobre la bastedad que lo posee.
Las escucho, tomando desde la terraza, una taza de café caliente. Las gotas, los pájaros, el aíre fresco, que se reincorpora luego de la lluvia, como queriendo suavizar la humedad que nos arropa. Somos tan ajenos, al espectáculo que circunda, a la música que nos acompaña.
Casi hipnotizada de todo, agradezco estar aquí.
Casi silenciosa, las gotas vuelven a caer…. la calidez de tus manos, acarician mis hombros, rodean mi cuerpo, nos envuelve el amor bravío, el fuego nace sobre la humedad que nos ampara.
Veo tus ojos, desde algo muy profundo que no parece mío. Te sentí, en cada embestida, como las gotas en la arena húmeda, un solo sonar, ellas con la arena, nosotros con nuestros amores…. anhelé que la tormenta nunca acabara.
M-Sánchez