La ingratitud es un sentimiento que no comprendo del todo. Y la vida da tantas vueltas, que espero ser yo la que alguna vez pueda apoyar a quienes me apoyaron a mí. A algunos hace años que no les veo, a otros me los ¨tropiezo¨ con frecuencia; algunas son personas cercanas, otras eran desconocidas, o casi; unos lo hicieron por convencimiento, otros por intuición.
No creo que haya que estar recordándolo continuamente, pero sí atesorar esos recuerdos en algún cajón de la memoria y sacarlos cuando sea necesario.
Quienes más nos beneficiamos cuando sentimos gratitud somos nosotros mismos. Porque recibimos lo mismo que proyectamos. También tiene grandes beneficios escucharlo cuando es a nosotros a quienes nos lo dicen. Es una palabra mágica. Hay más, claro; hola y paz serían otras. Dicen los budistas que no hay más que dos sentimientos, y que todos los demás son derivados de estos. Son el amor y el miedo. Si esto fuera así, la gratitud estaría sin duda en el primer grupo. Y como tengo memoria, quiero dar las gracias a todas las personas que alguna vez me han ayudado, apoyado, arropado -especialmente en los momentos difíciles- o que, sencillamente, me han dado una oportunidad. GRACIAS a todos.