Ayer falleció un compañero de trabajo. Ni siquiera he tenido la oportunidad de conocerle. Estaba iniciando la cuarentena, igual que yo. Se fue a dormir y su corazón se resquebrajó en un infarto... Ya no se despertó.
Hoy, en otro orden de magnitud de la tragedia, el Instituto Nacional de Estadística ha publicado los resultados de la Encuesta de Población Activa (sí, la famosa EPA). Ha dejado unos números que producen auténticos escalofríos: 5.639.500 personas en edad de trabajar, no encuentran dónde hacerlo, y la tasa de paro se ha situado en el 24,44%... Es decir, para aquellos que sea el motivo que sea no están muy duchos en números, si agrupamos a las personas de entre 16 y 67 años de cuatro en cuatro, uno de cada grupo no tiene trabajo... (Para más datos, lee este artículo publicado por Expansión)
El drama en muchos hogares está servido. Familias enteras sin posibilidades de conseguir dinero. Personas que se acercan a los médicos de cabecera para preguntarles de qué medicamento que toman habitualmente pueden prescindir por falta de recursos...
Eso sí, el gobierno lucha desaforadamente contra la economía sumergida, mientras permite que aquellos que nos han robado durante años puedan traer su dinero desde los paraísos fiscales pagando sólo un 10% (aunque dudo que lo traigan).
Sube la gasolina, suben los impuestos "indirectos", suben el IRPF, recortan en sanidad, en educación... Pero algunas alcaldesas siguen acudiendo a la peluquería con guardaespaldas y coche oficial. Y ojo, en breve nos suben dos puntos el IVA, aunque debemos estar tranquilos, "seguirá por debajo del europeo" (menos mal que los salarios están muy por encima de la media, ¿verdad?). Los Reyes Magos también existen.
Pero hoy se ha parado el mundo. Hoy la noticia ha sido una bomba en Barcelona. Hoy se nos ha quedado cara de tontos al escuchar una noticia que estaba más que cantada. Hoy unos han criticado, otros han dado las gracias... Yo, para ser sincero, por un lado pienso que sí, que es una lástima, pero por el otro pienso que no es para tanto.
Hoy, veintisiete de abril de 2012, se ha terminado un ciclo en una gran entidad. Un señor ha anunciado que dejaba su cargo. Que se "ha vaciado", que necesita volver a recargar pilas...
Bien.
Mañana todos hacemos lo mismo. Electricistas, fontaneros, jardineros, abogados, cocineros, barrenderos... Cuatro años de trabajo duro y a descansar.
Este mundo esta loco. Este mundo está al revés. Mientras el drama planea sobre las familias, "lloramos" porque un simple (desde el respeto, el cariño y la admiración) entrenador de fútbol ha decidido que ya no quiere seguir entrenando al, posiblemente, mejor equipo del mundo.
He visto ya hoy anuncios de TV en los que se te dan las gracias Pep. He disfrutado viéndote jugar primero, y viendo las maravillas que has hecho con un equipo de fútbol. Soy de los que sueña con que uno de sus hijos llegue a ser una estrella del fútbol pero, no nos engañemos, no has hecho mucho más que lo que pueda hacer yo, o ese fontanero, o ese barrendero por la sociedad. Es más, sólo has hecho que engordar cuatro cuentas corrientes en un banco (que espero que sea aquí en este país) incluida la tuya.
Lo siento Pep, o cualquier otro entrenador o deportista de élite. Por muy duro que hayas trabajado para llegar a la excelencia en lo que haces, tu aportación a la sociedad, en términos de progreso, es, bajo mi más que posible erróneo punto de vista, más bajo que el de cualquier ciudadano de a a pie, por muchas fotos que te hayas hecho con niños sin hogar o personas con otra clase de problemas...
Algú ho havia de dir... (Alguien tenía que decirlo).
Buenas noches y buena suerte,