Gracias por tener que pagar

Tener que pagar por una cosa es una bendición. Hay quien llenaría su casa de piedras, porque son gratis. Una vez en casa las mediría, catalogaría, almacenaría y guardaría bajo llave y alarma. ¿Y qué decir de esa curiosa clase de gente que se pasa horas buscando y bajándose música, películas y aplicaciones con el único objetivo de reventar su disco duro? En ocasiones ni siquiera disfrutan de sus películas que ya verán “cuando tengan tiempo”. Pero ese tiempo feliz no llega nunca. Sólo llega el tiempo feliz de comprar un disco duro externo de los de “sí, aquí si que tengo espacio”, que acabarán también reventando.

El precio es nuestra muleta

Es mejor caminar sin muletas, ¿qué cabe duda? Pero si las piernas nos fallan de alguna manera tendremos que andar. Así también pasa con el precio, sería mejor que nuestra disciplina y sabiduría fuera suficiente para no necesitar nada que restringiera nuestras compras sin fin.