Él la contempla desnuda frente al espejo, roza los treinta aunque parece que el tiempo es como una caricia para ella, su apariencia es de adolescente, Graciela sonríe maliciosa, intuye los pensamientos de Oscar, en unos segundos él se levanta de la cama y rodea a la mujer por la cintura, sus manos se deslizan hacia el vientre de ella, Graciela le permite seguir, Oscar besa su cuello, el cuerpo de Graciela se estremece sintiendo el deseo de Oscar, él la toma entre sus brazos y le deja suavemente entre las sábanas, Oscar le susurra cuanto la ama y le ruega que se quede junto a él para siempre mientras ella toma el control del momento le deja creer que la tiene a sus pies, hacen el amor locamente, Oscar le ruega que se quede junto a él, pero no es posible, Graciela es comercial de productos para la mujer, hoy debe viajar a Sevilla, su tren sale a mediodía.
Después de almorzar, Oscar acompaña a Graciela a la estación,está preciosa vestida con un traje pantalón azul, no entiende porqué que no viaja en avión es mucho más rápido, anuncian la llegada de su tren, se besan en un rincón del anden, el aprieta su mano, ella sonríe y se aleja con paso ligero, una vez en el vagón busca su compartimento, un atractivo hombre moreno la espera, al verla se levanta, la toma entre sus brazos fundiéndose en un beso sin fin, ambos se sientan y comienzan a charlar, Claudio le dice cuanto deseaba regresar a Sevilla para reencontrarse con ella, él es periodista por lo que viaja constantemente, ambos intentan cuadrar sus calendarios y poder coincidir en las fechas en que ella va a Sevilla, llegan a la hora de la cena, Claudio ha reservado mesa en el restaurante favorito de Graciela, en la misma mesa discreta de siempre, después de cenar y tomar unas copas, caminan hacia el piso de Claudio en el centro de Sevilla, al llegar Claudio no es capaz de controlar su deseo por aquella sensual mujer, acaricia su bello rostro, ella lo besa en la boca , desbotona su camisa y con un dedo recorre el torso de Claudio , el la desnuda despacio, en la misma alfombra del salón será suya, cuanto la añora, ella simula sumisión, pasan dos días de fuego y pasión, Claudio le recuerda su propuesta,ella responde que llegará ese día, cuando sus trabajos se lo permitan y no deban viajar tanto, Claudio le da la razón, aunque ella se quedara en Sevilla él pasa mas tiempo entre trenes y aviones que en casa tampoco se verían, tendría paciencia hasta que sus situaciones laborales fueran más propicias y disfrutaría del tiempo junto a ella, la amaba cada día más.
Compartieron tres días maravillosos, en los que Graciela además de vender productos recién lanzados al mercado a sus clientes fijos logró nuevas cuentas ,pero llegado el viernes debe viajar a Bilbao, a mediodía tomará el avión, Claudio de camino al periódico la deja en el aeropuerto, se despiden con beso interminable y cálido,a Graciela se le escapa una lágrima, baja del coche sin decir adiós, A su llegada a Bilbao toma un taxi directa a casa de sus padres, se siente agotada, en tres semanas ha recorrido media España, un día en cada ciudad, excepto Barcelona y Sevilla donde ha permanecido más tiempo, en ellas es donde cuenta con mayor número de clientes, sus ventas en estas zonas aumentan en cada visita.
En Bilbao la espera lo más importante de su vida, su hijo Alex,fruto de una relación engañosa en su juventud, Graciela con ventidos años se enamoró de un hombre mayor que ella, que le prometió una buena vida, dejar todo por ella, le regaló un apartamento, era su nidito de amor,entonces Graciela acaba sus estudios de Comercio, su vida era un cuento de hadas, él decía vivir en San Sebastián, pero los fines de semana viajaba a Bilbao para estar junto a ella, no sabia más de ese hombre, se conocieron en la presentación de un libro de un amigo de Graciela, este hombre era caza talentos literareos, ese hombre la hechizó con sus palabras, sus proyectos, su modo de entender la vida, con él conoció el amor, aunque también su primer y gran golpe en la vida, tras unas molestias, se realizó unos exámenes médicas, estaba embarazada, se sentía dichosa, para ella era como sellar su amor, ansia esperaba la llegada del fin de semana y anunciarle a él que serian padres, pero no esperaba la reacción de él, su indiferencia la descolocó, pero supo distraer a Graciela durante el fin de semana llevándola a los lugares que a ella más le gustaban, el domingo por la noche, como cada semana el se despidió hasta el viernes, sin mencionar el embarazo, nunca más tubo noticias de ese hombre, lo llamó al número que él le dio pero no parecía estar activo, intentó saber de él de otro modo, parecía que no existía ningún Hector Suarez en San Sebastián, su vida se desmoronó, dos años con un hombre de humo, con el apoyo de sus padres levantó el vuelo, siguió adelante con su gestación y la promesa de no dejarse embaucar por ningún hombre, el amor para ella se convirtió en una farsa y eso era lo que hacía con los hombres que se interesaban por ella y esperaban algo más que momentos, en su interior sabía que no estaba bien, pero cerró las puertas al amor, por ese motivo mantenía varías relaciones en distintas ciudades, solo los veía cuando a ella le apetecía, siempre respondiendo con evasivas, sin dar esperanzas pero sin negativas evidentes.
En el instante en que ve a Alex, Graciela olvida el resto del mundo, para ella solo cuenta él, el niño al escuchar abrirse la puerta corre hacia ella gritando 'mami mami', ella lo estrecha fuertemente entre sus brazos, lo añoraba tanto, Pablo y María, los padres de Graciela salen a recibirla, por fin en casa, suspira, ha llegado la hora de replantearse de comenzar a vivir de otro modo, dejar de viajar , ya la aburren esos enamorados a los que hace sentir que es su juguete cuando ella tiene el poder, Graciela juega al amor con ellos, el lunes cuando entregue el informe de este mes, aceptará un puesto en oficinas y una bolsa de clientes por la zona, que le ofrecieron meses atrás. su hijo la necesita, se deshará del teléfono que utiliza para sus amistades de fuera de Bilbao, vivirá una vida discreta como tantas mujeres que deciden caminar solas porqué han dejado de creer en el amor...
Magda Jardí
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