Revista Literatura
¡Café con leche!, se puso agrio en mi boca, agrio como el hastío que me produce los besos que saben a renuncia…Mi vida encerrada en una caja metálica, mi corazón lleno de colesterol de tanto cuento romántico en mis arterias y el hígado gritando que se ahoga entre tanta mala locura y rabia que producen los celos de querer y no poder …Sin reconocerlo fui escondiéndome para no ser vista por otros ojos ajenos a los tuyos, ya ves otro gin tonic, aún no estoy lo suficientemente borracha como para vomitar hasta el último de tus recuerdos imaginados, fantaseados y más carnales.Más de cien días y menos de un millar encerrada en el vagón de los sueños rotos, esta vez tomaré un chupito de hierbas, siempre me hace perder el norte, el presente y una vez casi que pierdo mi vida en una plaza bailando hasta el amanecer aquella canción de los secretos “ojos de gata”.Esta mañana amanecí empapada en sal de las lágrimas derramadas entre sueños, hasta creo que vino mi ángel de la guarda a cuidarme, ¡algo no iba bien esta noche en el vagón de este tranvía que nunca anuncia la salida al olvido!…Casi que aún tengo resaca de tanta borrachera, tanto beber para olvidar, beber de otros labios para sentirme en tu cama, tal vez nunca volveré amanecer como nunca crecerá la hierba buena en tu casa.Un té con hierba buena creo que me tomaré esta mañana de martes festivo, aromas de hogar que mi alma añora.Tal vez sea una mujer hogar y renuncio cada día a ello.Abandoné mi corazón en consigna de la estación de trenes, perdí la llave de la taquilla y sin corazón viajo por el mundo, invisible y llenando mi cuerpo de tóxicos para dormir, para recordar y para ser más invisible. Una copa de vino blanco, tal vez dos, hoy es fiesta y mi hígado tiene resaca y quiere más, olor a miedo y a tristeza huelen mis sábanas, otro día más he vomitado justo en el lado derecho de la cama, esta vez son retales del corazón, pequeños, rojos burdeos, está perdiendo volumen, está para ingresarlo en la U.C.I.