Y Grecia dijo no a la troika, con razón según creemos algunos, porque las condiciones impuestas casi a la fuerza son incompatibles con la vida. Como lo será aquí y en otros pueblos de seguir por tan tenebroso camino.
Algunos se escandalizan por el resultado del referendum . Vale, no es que todo lo que hayan hecho desde el actual gobierno griego este bien, pero la obediencia ciega que les exigían no les llevaba a ninguna parte excepto a un profundo abismo. Algunos que se creían todopoderosos y que pensaban que todos sus caprichos se llevarían a cabo sin rechistar se han visto contrariados, pero no es la primera vez que ocurre. España 1931, Cuba 1959, Portugal 1974, etc. No les vendría mal el mentalizarse que ese tipo de cosas suceden, igual dentro de no mucho tiempo la próxima vez. En lugar de poner el grito en el cielo y de recurrir a la asfixia económica como represalia, deberían replantearse que es lo que hacen mal, y repararlo, para beneficio de todos.
Porque somos muchos con el agua al cuello y el obedecer imposiciones absurdas e imposibles no beneficia a nadie. Ahora ha sido Grecia, pero que hará España, que hará el resto de países cuando la vista de los bravucones económicos se clave en ellos?
Los alemanes patalean su rencor contra Grecia, llamándolos "chantajistas de izquierdas" y lanzando amenazas en su arquetípica cerrazón. Les jode que no les profesen obediencia como autoproclamados amos de Europa, su largamente acariciado sueño, que costó muchos disgustos al mundo en anteriores intentonas.
Syriza, para bien o para mal, tiene que gobernanr para su pueblo, que es Grecia, y no Alemania, y resulta imposible pagar a caciques cuando no hay con que hacerlo, cuando su pueblo pasa escasez, hambre y otras penalidades, además de tener que soportar el desprecio y los insultos de los prepotentes. Si el gobierno alemán quiere ser obedecido sin ser cuestionado, lo mejor es que se haga con un perro adiestrado.
Somos muchos los que deseamos una unión europea estable y própera, pero no de este modo, a costa de los que en ella vivimos asfixiados. Hay que aprender a pensar distinto y buscar otros caminos sobre los que andar, que beneficien de igual forma a empresas y pueblos, ha de haberla. Necesitamos otra forma de vivir Europa y lo necesitamos ya.