Gris

Deambulé sin rumbo por las vacías calles de Madrid, con las manos en los bolsillos y mis cascos puestos a un volumen bajo pero, el suficiente de quedar a solas con mis emociones.
Los cielos se vestían de gris, como mi corazón. La piel de la ciudad era mi pálido rostro, el cual carecía de carisma en ese preciso instante. El frío invierno congeló la ciudad entre débiles gotas de agua por momentos.
Alcé la vista a mi alrededor y aquellos paraguas me quitaban la vista entre la multitud, no supe reaccionar a tiempo y fui pisoteado al vagar inconscientemente entre viejos recuerdos. Ahora el que llora soy yo.
Lo siento, pero tampoco tengo muchas ganas de seguir escribiendo... ya otro día (si eso) lo termino.