"Estados Unidos tiene un mensaje para el mundo: Si das cobijo a terroristas, tú eres el terrorista; si tú entrenas o armas terroristas, tú eres el terrorista; si alimentas o financias a terroristas, tú eres el terrorista." George W. Bush (2001).
Los Gobiernos de Estados Unidos alardean de democracia, libertad, igualdad, justicia y se erigen como los principales represores del terrorismo. Su campaña The War on Terrorism (Guerra Contra el Terrorismo) es el mejor ejemplo. Para podernos creer semejante falacia son necesarios líderes hipócritas y unos medios de comunicación que ejerzan de servicio propagandístico. Un atentado suicida de un palestino llena portadas y centra la atención de las editoriales. En cambio, la violación sistemática de los Derechos Humanos, así como los crímenes de guerra cometidos a diario por Uncle Sam no existen, pues la prensa calla.
En contraposición a esa imagen (The War on Terrorism), este documental (The War On Democracy, John Pilger, 2007) trata de la realidad estadounidense. Se centra en la hipocresía de Estados Unidos a la hora de defender los valores democráticos y de libertad que pregona por el mundo. Es una hipocresía cruel y sádica, pues se está jugando con las vidas de millones de personas. The War On Democracy, se centra en los ataques directos e indirectos por parte de Estados Unidos a las democracias surgidas en Latinoamérica desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. Se trata de la historia de un Gobierno despótico y tirano como el de los Estados Unidos en la lucha por controlar los recursos naturales de todo el continente suramericano. Se trata también de la lucha de esos pueblos por liberarse del opresor.
John Pilger viaja en primer lugar a Venezuela y narra la historia de Hugo Chávez y su confrontación con las multinacionales norteamericanas, que llevó a Washington a utilizar su máquina propagandística para demonizar a Chávez, así como financiar a grupos opositores para dar un golpe de Estado definitivo en 2002, con el suceso de Puente Llaguno como imagen principal de aquella tragedia.
La historia continúa con Guatemala, en la década de los años 50 del siglo pasado, momento en el cual Jacobo Árbenz es elegido como primer presidente democrático del país. Buscaba mayor justicia social y para ello inició una reforma agraria que no gustó a la multinacional United Fruit Company, dirigida por John Foster Dulles, Secretario de Estado por aquel entonces. Él, junto con su hermano Allan, director de la CIA idearon una campaña de terror en el país a través de bombardeos en zonas rurales que acabó finalmente con el mandato de Árbenz. La guerra continuaría, resultando en un genocidio reconocido por la propia ONU.
Mas conocido es el caso de Cuba. Actualmente en pleno embargo, Cuba ha sido testigo de distintos intentos de Washington para derrocar a Fidel Castro. El ejemplo más sonoro (por su parecido al 11-S) es la llamada Operación Northwoods, que consistía en una serie de atentados de bandera falsa sobre ciudadanos norteamericanos para culpar a Cuba de lo sucedido y justificar así una intervención militar en la isla.
Más al sur, en Chile, Estados Unidos ha tenido un papel fundamental en el subdesarrollo del país. Salvador Allende, presidente elegido democráticamente, murió en el bombardeo del Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973 por fuerzas lideradas por Augusto Pinochet, apoyado y financiado por los Estados Unidos. La tragedia del Estado Nacional de 1973, donde miles de seguidores de Allende fueron torturados y asesinados durante semanas quedará en la memoria de la humanidad. Estados Unidos, de nuevo, con las manos manchadas de sangre.
El Salvador y sus escuadrones de la muerte entrenados en la Escuela de las Américas en Georgia (EE.UU.) que arrasaron aldeas enteras, Nicaragua y los también escuadrones llamados Contras que asesinaron y atemorizaron a la población, Bolivia y la Guerra del Gas... Estados Unidos ha estado directa o indirectamente involucrado en los conflictos que han arrasado Suramérica durante los últimos 60 años. Todo por el control de los recursos naturales de los países. Si los controlan multinacionales norteamericanas, no pasa nada, sea democrático o tirano el que ostenta el poder. Si, en cambio, es el propio pueblo quien controla sus propios recursos, hay que demonizar a ese Gobierno, sea tirano o democrático. Y no sólo se queda ahí, sino que se planea su eliminación a través de golpes de Estado. Como un ex agente de la CIA dice, el término democracia no significaba ni significa nada para ellos. Todos conocemos Guantánamo o la prisión de Abu Ghraib en Irak, donde se violan los más elementales Derechos Humanos. Menos conocida es la llamada Escuela de las Américas (oficialmente el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad) donde (otra vez) oficialmente se enseñan los valores de Estados Unidos, como el respeto por los Derechos Humanos. En la realidad, como un ex profesor atestigua, lo único que se enseña en ese lugar son técnicas de interrogación, tortura y asesinato. Muchos de los escuadrones de la muerte de Latinoamérica fueron entrenados en estas instalaciones.
No obstante, la propaganda sigue su curso, recordándonos a diario la lucha de Estados Unidos contra el terror y las dictaduras del mundo, llevando ideales democráticos, de libertad, igualdad y justicia allí por donde pasan. Que no nos engañen. Que cunda el ejemplo del pueblo latinoamericano, el único que ha podido encararse a Estados Unidos y vencer la batalla.