Guerras, vallas y refugiados

Publicado el 17 septiembre 2015 por Karmenjt

Dos meses y medio después volvemos a activar Euler, yo he estado totalmente desconectada de blogs, propios y ajenos, bastante desconectada de tertulias políticas y levemente distanciada de las noticias diarias, que como ya adelantábamos antes de irnos principalmente versaban sobre el calor que había hecho el día anterior, el que iba a hacer ese día y el que haría al día siguiente, y las múltiples operaciones salida y retorno que cada quince días nos anunciaban al mismo tiempo que se congratulaban de que en los últimos años se hacía de un modo tan escalonado que prácticamente no había problemas ni atascos, con lo que tampoco entendía ese alarmismo insistente cada medio-final-inicio de mes.

Hasta que llegó la crisis de los refugiados.

Y textualmente digo llegó aquí, porque desde que empezó el conflicto más de 4 millones de sirios han sido desplazados de sus hogares. Según las cifras de ACNUR, Turquía cuenta con 1.938.999 refugiados, Líbano con 1.113.941, Jordania con 629.266, e Irak con 249.463. Aunque estas cifras no se mencionan en las noticias, con lo que parece que Europa está acogiendo a todos los refugiados de la guerra de Siria y demás conflictos de la zona, mientras las cifras que Bruselas está manejando es aceptar unos 120.000 refugiados, que no juzgo que sea mucho ni poco, simplemente que habría que dejar claro que no somos los salvadores de esta “crisis”.

Estas semanas tan intensas informativamente hablando han servido para que a muchas personas se les despertará la empatía hacía los refugiados, y mientras se horrorizaban al ver como Hungría levantaba vallas y concertinas (compradas aquí) para impedir la entrada de familias desesperadas, mantenían su indiferencia rutinaria hacía esos otros “refugiados” que intentan saltar nuestra propia valla o llegar en patera sin ahogarse desde el norte de África.

Mi opinión? Que se lo debemos. Que la mayoría de conflictos que ahora arrasan el continente africano incluyendo Oriente Medio los hemos creado o favorecida las potencias occidentales por pura codicia o interés geopolítico.

Porque  si el ex analista de la NSA Snowden tiene razón, ese Estado Islámico que ahora aterroriza al mundo fue creado por la CIA, el Mosad y el M16 y financiado por los jeques árabes según Hillary Clinton. Pero les salió mal y se les ha ido de las manos, igual que los yihadistas made in CIA hace 15 años para que Bush tuviera una excusa para invadir Afganistán. País que no solo no han liberado de talibanes sino que está totalmente destruido, al igual que Irak tras años de intervención militar en los que los únicos que han ganado son las empresas que entraron a sacar tajada.

No quiero profundizar más en teorías que podrían sonar hasta conspiranoicas, pero a las que doy el crédito que se merecen porque el tiempo suele demostrar lamentablemente que muchas veces tienen razón. Pero aunque no fuera así, tengo la firme convicción de que nuestro deber es ayudar a cualquier persona que está huyendo de una situación tan límite que le hace abandonarlo todo, casa, trabajo, entorno, y que es capaz de recorrer miles de kilómetros poniendo en riesgo su vida y la de su familia casi con lo puesto y sin saber con certeza cuál va a ser su futuro más próximo.

Si mi vida o la de mis hijos estuviera en peligro, o mi libertad estrangulada hasta límites inaguantables, yo también me iría, y no entendería que personas que están a salvo en la seguridad de sus países me cerrarán la puerta en las narices (por no decir a golpes de porra y gases lacrimógenos) mientras pido socorro porque me quieren matar. Aquí no deberíamos hacerlo ni ahora, ni antes, ni nunca, también fuimos refugiados relegados en frías playas francesas donde se nos trataba como animales y donde muchos murieron enfermos, helados y derrotados.

Y como diría Jon Snow, “Winter is coming”, y en Europa hace frío.