Domingo por la tarde, final de vacaciones de los niños y aquíestoy haciendo un puchero.No, que no se extrañe nadie, ni me estoy refiriendo apucheros de los que se hace gesticulando cuando quieres contener el llanto, nihe cambiado la estrategia de la página para convertirla en un blog de cocina. Loque ocurre es que el puchero (la sopa de Despeñaperros para arriba) tiene paramí ese poder de volver a recomponer el cuerpo y preparar el espíritu después deuna época de barullo o disonancia. Solamente la acción de ir colocando losingredientes en la olla y empezar a inundarme del olor que se cuela hasta enlas sombras de mi casa, ya me proporciona la seguridad de que todo vuelve allugar en el que estaba antes de que empezara el jaleo y me envuelve en latranquilidad del equilibrio.A mí me gusta el caldito incluso en verano. Sé que paramuchos será una locura, sobre todo cuando se vive en el Sur y hablar de veranoes hablar de termómetros ardiendo y mercurio rebosado, pero qué queréis que os diga,en eso salgo a mi madre y si hay algo que no se puede discutir son lasherencias, así que igual que ella, hay días de julio ardiente en los que ya nopuedo más y me preparo una sopita, aunque sea para mí “na más”, que ya os podéisimaginar la cara de horror al más puro estilo familia Adams que ponen mis hijosy mi marido sólo con oler la propuesta.Pero yo sí, yo siempre vuelvo al pucherito. Y por eso ando hoy por aquí de esta manera tranquila yapaciguada. Por eso me veis escribiendo esta entrada tan rara, tal vez porque conella y por medio de la sopita, ando aguantando la lengua con cuidado de que no se me queme, no vaya a ser que entre garbanzoy garbanzo, acabe mi pensamiento apoderándose del teclado y tengamos final desemana (santa por cierto), largando a gusto de los recortes de sanidad que senos avecinan, del cambio que se prevé en la educación pública o de uncantamañanas que se ha atrevido a utilizar la televisión que pagamos entretodos para hacer del púlpito la piedralibre de pecado con la que lapidar a los homosexuales.Y es que desde luego España está para coger las maletas ¿eh?.Lo digo con el corazón en la mano y la lágrima en el ojo, sin bromas. Ahora,eso sí, lo tenemos crudo vayamos donde vayamos: ¿Alemania? Con esa Merkel queda miedo…¿Francia? …que nos ha convertido en el paradigma de todos los males…¿Inglaterra?...quese quedó con nuestro Peñón, je,je…está la cosa “complicá”.Pero bueno, yo voy a remover los fideos que el estómago mepide que lo reconforte. Hoy es día de preparar la vuelta, de apretar losdientes y comer puchero. ¿Gustan?