Hace algunos pocos años, cuando elegí a que dedicar el resto de mi vida como médico "Anestesiología" y todo lo que se le relacionara sonaba desconocido, realmente lo era. Algo de lo que nunca se habló en la universidad, al menos no de la manera que uno la conoce o empieza a conocerla, como esa compañera que permanece al lado todo el tiempo y de repente, suelta un zarpazo como mortal ingrediente.
Lo conocido por todos era el médico algo mas
Y llegaron los primeros días, los primeros desvelos.
El frío, la ciudad nueva, los compañeros nuevos y desconocidos
Nada de fisiología, apenas un poco de farmacología, algo de anatomía -toca aqui, siente bien el espacio intervertebral- me dijeron y a volar, joven.
-¿Número de guantes?
Sieeeete y me-me-medio -creo que dije-.
Muy bien, ve avanzando, sigue, (¡¡Señora, por favor no se mueva!!) cuando sientas que atravieses el ligamento amarillo (¿¿y si no es amarillo sino verde??) habrás llegado al espacio peridural, eso, muy bien, pasa la dosis, inserta el catéter y listo.
¿Y eso era todo?
El resto del camino, hasta hoy, me enseña todos los dias que eso tan simple, tan rutinario, tan insípido a los ojos de los demás no es sino un delicioso arte que nos embelesa a los anestesiólogos.
Nos sorprende, nos emociona, nos da satisfacciones que jamás serán compensadas por el dinero.
Aquel día fue sólo el principio. De eso tratará este blog, de historia, sentimientos, emociones y algo de plática entre amigos.