Y ahora uno más, que se sabe ya desde hace mucho dentro de nosotros, y que sospechaba la gente informada de otros países: república de la COCAÍNA. Ya se sabía de antes, claro, en forma extraoficial, en tono vox populi, porque nadie dentro de las fronteras se atrevía a publicar que el imperio de la droga estaba carcomiendo a la nación, introduciéndose en las más altas esferas de poder.
Pero ahora, millones de brasileños ya tienen un motivo más para señalarnos con el dedo y, en sus aeropuertos, sus agentes preparados para atosigarnos con revisiones exhaustivas. Puede ser terrible el poder de influencia de una publicación, mucho peor si es la revista más leída de todo Brasil y una de las más grandes del continente. No es poca cosa lo que publicó la revista Veja, aunque esté equivocada, aunque tenga una imagen sensacionalista. Su tiraje de más de un millón de ejemplares semanales, es prueba del gran tirón mediático que tiene. Se atrevieron con desprestigiar a Lula, ¿cómo no iban a hacerlo con Evo Morales?
A días de que el presidente Morales era elegido por enésima vez como máximo dirigente de los cocaleros -y en cuyo discurso de posesión prometió legalizar la hoja de coca en los próximos meses para regocijo de sus bases-, la sociedad boliviana era sacudida por el escándalo de los presuntos nexos del Gobierno con un narcotraficante brasileño que el magazine Veja había publicado recientemente. Señalando al todopoderoso ministro Juan Ramón Quintana y a una ex Miss Bolivia de haber tenido encuentros con el traficante. Si reparan en la infografía, figuran hacia el lado derecho: el ex Zar antidrogas Gral. René Sanabria, ahora preso en EEUU; más abajo el guía espiritual andino que entronizó a Morales, además de las hermanas de una influyente dirigente del partido gubernamental, todos ellos, casos confirmados por tráfico de cocaína. Solo faltan en el esquema, funcionarios de menor rango como algunos alcaldes de provincia.
Fuente: Veja
Casi a nadie sorprende que el señor Quintana sea sindicado por la publicación, que si es culpable o inocente debería determinarlo una investigación. Pero todo el mundo en Bolivia, se pregunta por qué el presidente se empeña en defenderlo tanto, considerando que es un personaje muy cuestionado y resistido por amplios sectores de la sociedad, sobre todo por haber sido involucrado en un caso célebre de 33 camiones con mercadería de contrabando. El gobernante, en ese entonces, no hizo caso a las denuncias y se limitó a alejar a su colaborador cercano, creándole un organismo estatal a su medida en la región amazónica limítrofe con el Brasil. (La extensa frontera es una coladera de droga, de ahí viene la acusación de Veja, citando una fuente anónima de inteligencia de la policía). Pasado un tiempo y una vez calmadas las aguas, Morales volvió a traer a Quintana a su gabinete y funge como ministro de la Presidencia hasta el día de hoy.Como era de esperar, todo el Gobierno cerró filas en torno a Quintana, y se acusó a la publicación de todos los adjetivos posibles. Ciertamente, leyendo el artículo, peca de algunas imprecisiones como el manejo de fechas y la dudosa confiabilidad de las fuentes. Lo demás no está alejado de la realidad y refleja lo que en Bolivia ya sabíamos: el aumento exponencial de los cocales desde que Morales llegó al poder y la llegada de mafias extranjeras relacionadas con la droga. La expulsión de la DEA no hizo más que alimentar las sospechas. Algunas publicaciones afirman que el gobierno de Lula, ya había perdido la paciencia con Evo por su incapacidad de frenar el tráfico hacia territorio brasileño. El presidente boliviano, nombró recientemente un nuevo embajador ante Brasil con la misión expresa de emprender acciones judiciales contra la editorial. Pero de ordenar una investigación propia, nada de nada, ni aunque lo requiera la gravedad del asunto, ni aunque la posición del Gobierno se vea seriamente dañada.
Independientemente de los personajes en el ojo de la tormenta, que al final, son aves de paso y pronto quedarán en el olvido, la gran preocupación estriba en la imagen vapuleada de todo el país. Así la revista brasileña se vea obligada a rectificar, el daño ya está hecho: el mensaje corrió como reguero de pólvora por todas las redes sociales. No solo pierde Evo, sino toda Bolivia. Después de todo esto, ¿será que la comunidad internacional siga creyendo en Evo Morales y su discurso místico de la hoja de coca? ¿Quién cree en la palabra de un mandatario que dice luchar enérgicamente contra esta lacra, cuando al mismo tiempo defiende a ultranza el cultivo de la materia prima?
Aquí el artículo original de Veja (en portugués).