Dicen que las mujeres hablamos mucho. Yo he estado fijándome en cuánto no hablamos.
Al menos en este lado del mundo, generación tras generación, las mujeres fueron damnificadas del comportamiento sexual abusivo de los hombres, sin hablar suficiente sobre el tema. Fulanita le dijo solo a su mamá o solo a su prima y la mamá no quiso saber nada porque todavía no puede manejar lo que vivió ella misma o la prima le contó que a la vecina también se lo hicieron. Historias abundan. Ahora, para algunos, es como si hubiera una epidemia de mujeres buscando llamar la atención o estar a la moda; pero las historias siempre han estado ahí, contadas una vez para no explotar o para averiguar cómo se hace un aborto o para poner sobreaviso a quien pueda estar en riesgo. Hace falta seguir hablando.
Pasa con el disfrute sexual. Cada vez es más conocido que, en general, la penetración vaginal no es lo más de lo más en cuestión del gozo de la mujer. Además del papel protagonista del clítoris, que se estudió tarde, las mujeres sabemos qué bien se portan las terminales nerviosas de todo el cuerpo para hacernos sentir rico. Y me pregunto qué habría pasado si en las generaciones anteriores, las mujeres que parecían no disfrutar el sexo se hubieran puesto a platicar y se hubieran contado qué sentían, cómo sentían, cuándo sentían...
Hay una función menospreciada y hasta vituperada de la charla entre mujeres: hablar entre nosotras nos hace descubrirnos y valorarnos, sin ser "lo otro"* respecto al hombre,
Hace falta más charla: más confianza para contar "me pasa esto", "le pasa esto a mi cuerpo".
Cuando estaba embarazada me salió una especie de bulto bajo una axila. Básicamente, es una tercera mama. Se ve como gordura, creo. No tenía idea de que eso era posible, pero resulta que no es rarísimo. Hace unos días, encontré una publicación en Facebook sobre el tema. Me dio la impresión de que la mayoría de las mujeres "beneficiadas" con tal prosperidad de glándulas que coincidimos en la publicación vivimos un "yo también" que se siente... bien.
* Para entender qué es ser "lo otro" respecto al hombre, puede observarse que hasta hace poco, las señales de alama de infarto conocidas popularmente -tomadas en cuenta- eran las que aplican para hombres, no para mujeres. Históricamente, los hombres han sido el modelo de sujeto humano.
Silvia Parque