Un poema de sensaciones para el tacto y la vista de cualquier mujer, mientras cada nota de un concierto de música clásica se impregna en mi piel al sentir el calor de una lava recorriendo toda mi boca, junto con dos ríos de agua fluyendo por mis mejillas. De pie, vacía, cuerpo a cuerpo, y con unas ganas enormes de hacer el amor desmesuradamente contigo. Viajar entre los valles de tu cuerpo y que las miradas ardan de alegrías. Que tus ojos clamen mi presencia, y los míos tiemblen de placer. Romper el tiempo con nuestras miradas, y que las yemas de mis dedos recorran el tacto de seda de tu piel mientras un grito de dolor sienta sobre mi espalda en forma de suspiro. Hilar de frío mi sangre y que nuestras conciencias simbolicen el edén. Que el miedo a perdernos se escape pronunciando tu nombre, e inmediatamente nos saciemos de sexo. Y las lágrimas buscan su sabor en boca ajena mientras mi sonrisa pulula perdidamente por tu cintura, y sean mis manos las que te acaricien muy suavemente mientras, poco a poco, te hago el amor lo más lento posible. Se ameniza el dolor intensificando el placer en una noche de estrellas fugaces que inundan el cielo de mi habitación, al tratar de sentir el aroma de tu piel junto al deseo de sentirte sobre mí.