Usted, que día a día se enfrenta con posibles caminos y diversas realidades, ¿Sabe con certeza hacia dónde se dirige? Porque sería muy sencillo imaginar nuevas posibilidades a partir de antiguas percepciones, y al mismo tiempo descender a un nivel inferior del que se espera de nuestra existencia.
No dejo de asombrarme cuando una persona exterioriza, mediante preguntas, quejas y argumentos, su genuina búsqueda espiritual. Sí. Digámoslo de una buena vez: abundan los que callan y son muy pocos los que sinceramente exponen su corazón. Pero es mucho más frustrante advertir que un creciente número de personas transita los senderos de la ambivalencia, permitiéndose creer que “todo está bien”.
¿Por qué ignorar las señales? ¿Qué razón hay para el atropello? Los atajos no siempre conducen a buen término, aunque por momentos el viaje parezca más liviano.
Conozco a dos personas que tuercen la verdad, ajustando la comunicación de los hechos según sus propios intereses. De manera “objetivamente subjetiva” intentan construir (instalar) un mundo que se adapte a su cosmovisión, transgrediendo en el camino las fronteras de la tolerancia y el respeto por la diversidad cultural. Humildemente me comuniqué con ellos y traté de hacerles comprender… sin embargo no logré hacerles entender la gravedad del asunto. Continúan sembrando suspicacias, distorsión y amargura.
En ocasiones como ésta debo admitir como cierto lo que escribió Khalil Gibran: “No podemos guiar a los demás para que entiendan el verdadero significado de la vida; necesitan descubrir solos que algunas partes del árbol suben hacia el cielo, y otras se hunden en la tierra”.
Vía Renuevo de Plenitud
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