Siempre me ha gustado "hacer limpia" de objetos: sacar cualquier cosa que ya no use o ya no quiera usar. Me causa una satisfacción que asocio con la ligereza y por eso lo hago fácil y regularmente... excepto con el material para mis proyectos manuales: puedo acumular un montón de cajas, papeles, tapas, tubos, etc., durante años; los ordeno y depuro, pero me cuesta dejarlos ir porque me cuesta aceptar que en toda una temporada no tendré tiempo o energía para convertir ese pedazo de madera en un cochecito -por ejemplo-. En cambio, hoy tiraré a la basura uno de mis tres pares de zapatos sin ningún problema -se han hecho grandes y se han roto-. Yo no podría con algunos clósets de mujer que he visto. Más ropa o zapatos de los que necesito me causarían ruido mental, al menos en este momento de mi vida.
Hace no mucho vi algunos videos sobre el método konmari para ordenar la casa y de ahí tomé la pregunta "¿me hace feliz?" para decidir si algo se queda o se va. Eso agiliza en gran medida el trámite mental.
Hoy empecé a hacerlo con "cosas" no materiales y se siente realmente bien. Hay que ser más cuidadosos porque no todo está ahí para dar felicidad; pero la esencia de la cuestión es reconocer si algo está enriqueciendo o haciendo bien; si no, habría que ver porqué sigue estando; si de plano empobrece o hace mal: se le da las gracias y adiós.
Silvia Parque