Esa mañana me levanté y la luz natural parecía tocada de una belleza inédita. Como cada día encendí la radio y la cantinela habitual llenó de sonidos la cocina mientras que el olor del café adornaba el aire. Desde el baño, me cepillaba los dientes a la vez que puse especial atención y activé la escucha para no perder hilo de la información que daba la periodista: Un virus humano, que no informático, afectó a jueces y fiscales del Estado quedando todos y todas infectados e infectadas de una extraña actividad. El efecto dominó ha ocasionado que anden aplicándose en cuerpo y alma en hacer justicia.
JUSTICIA con mayúsculas enfatizaba la voz de la presentadora del noticiario matinal más seguido de la radio española.
La otra cara de la moneda mostró que las fuerzas de seguridad de país, policías, agentes de la Guardia Civil y funcionarios de sedes judiciales y centros penitenciarios, no daban abasto a cumplir las órdenes de sus superiores. Minutos más tarde en la televisión pude ver cómo hordas de políticos intentaban, pasaporte en mano, abandonar el país.