Revista Literatura

Haikus de 500 palabras

Publicado el 30 noviembre 2011 por Migueldeluis

Se está empezando a divulgar el sentimiento de que para triunfar en Internet hay que ser absolutamente extraordinario. El origen de este movimiento puede que esté situado en Seth Godin y su Vaca Púrpura o quizás en Corbett Barr, y se trata de una reacción ante la invasión de mediocridad que sufrimos todos los días navegando por la red.

Ventajas del contenido épico

Primero teníamos que atrevernos a publicar, después mantener el hábito de hacerlo con regularidad –en mi caso todos los días–, ahora es momento de empeñarnos en hacer que nuestros artículos valgan la pena. En primer lugar y desde luego para el lector que merece y recompensará nuestro empeño. En segundo lugar por el respeto a nuestras propias creaciones, el gusto por la obra bien hecha. Pero sobre todo y en último término por nosotros mismos.

El lector, agradecido

La empresa que no hace feliz a la gente que está relacionada con ella no merece existir | Dr Kaoru Ishikawa

Requiere fe creer en el lector agradecido. Después de todo cuando uno empieza a publicar en Internet lo más probable es que no suceda nada. Las estadísticas revelan unas decenas de visitas que pronto el autor entiende que corresponden a sí mismo; no hay comentarios y los mensajes con los que quiere divulgarlos no son atendidos. Es una situación frustrante, a la que hay que responder con fe, porque el lector agradecido existe. Lo que sucede es que vamos por la vida, y también en Internet, con mentalidad de mando a distancia, cambiando en segundos de canal. ¿Solución? Enganchar inmediatamente al lector y acrecentar el valor de los escrito: en una frase escribir para el lector.

No me mires así, ya sé que es difícil

Nuestras propias creaciones

No es cristiano pensar que una persona se define por sus obras. Al contrario es la persona lo que debe salvarse en primer lugar; salvando la persona se salvarán después sus obras. Pero esta perspectiva, que también es la mía, tiene un reverso no tenebroso, que no estamos en Star Wars, pero sí preocupante: a través de mis obras me puedo conocer.

Por tanto cuidar nuestras obras no es un ejercicio de vanidad, ni un miedo al que dirán, sino de humildad. Los defectos de nuestras obras nos deben llevar a la reflexión para conocer nuestras faltas y los remedios a tomar. Normalmente se originarán en hábitos y actitudes, o en ignorancia y mala técnica. Creo que enfrentar estos debe ser nuestra primera respuesta. Sólo cuando todo lo demás falle deberemos ir a lo profundo de nuestra persona. Pero no exageremos de trágico, las faltas de ortografía no son un pecado mortal, más bien falta de conocimiento, concentración o diligencia.

Nosotros mismos

La belleza es generosa

En la primera carta de Esfuerzo y Dedicación comenté que la belleza es generosa: cuando nos empeñamos en alcanzar la belleza ésta nos afina los pensamientos. También nos hace más felices, hay una sensación especial y única cuando sabemos que estamos trabajando en algo que merece la pena: la satisfacción del deber cumplido; que se alcanza cuando somos la persona que debemos y queremos ser.

El problema del contenido épico

En un mundo con tiempo de atención corto, más largo no es mejor. | Chris Stott

El problema es que, como afirma Chris Stott en What’s wrong with epic content, la gente está confundiendo Contenido Épico con contenido largo, muy largo. Llega al punto en que el autor de uno de los plugins que uso me advierte que uno de los criterios de calidad que usa google para indexar un contenido como “de calidad”, es que tenga más de 500 palabras.

Bueno, es un criterio, y algún criterio objetivo hay que buscar cuando eres un robot. Entiendo también que mis haikus sean menos útiles que, por poner un ejemplo reciente, mi crítica a De parado a empresario, pero no acepto en principio que sea de menor calidad. Tampoco creo que nadie en google sea tan lerdo. Lo que sí ocurre es que, deben poder un criterio, entre otros muchos que hay.

¿Debemos someter nuestro contenido al SEO?

Aquí pongo una cita interesante porque total, hay que poner citas. Miguel de Luis

Ni de bromas; creo que precisamente tratar de responder servilmente a las modas del posicionamiento en buscadores es la mejor receta para la mediocridad. Es lo que ha origina que se confunda “épico” en el sentido de memorable con “épico” en el sentido de largo, y posiblemente aburrido.

Supongamos que tuviera que hacer haikus de 500 palabras. Calculo una media de siete palabras por haiku. Eso me suponen en torno a setenta haikus por entrada; son demasiados para un artículo, por mucho. Por otro lado mi buen Seth Godin no tiene problemas en escribir dos líneas o mil, y le va muy bien.

Tal como yo lo veo, más vale escribir bien y que se enteren cuatro que escribir mal y se enteren cuarenta mil; salvo que consigas vender un montón, pero eso es también escribir bien, sólo que de otra clase.

Me parece que el truco es abrazar la calidad. Por supuesto que debemos usar buenas descripciones, categorías y etiquetas en nuestras entradas, porque son medios para que la gente nos pueda leer. Sin ellos publicar en la web es lo más parecido a guardar lo escrito en un cajón. Los enlaces tienen también un valor obvio, pero de lo que debemos huir es de: poner una imagen porque “hay que poner una imagen”, dividir un artículo en encabezados porque “hay que poner h2s” o, lo más aberrante, usar una lista porque “a la gente les gustas las listas”.

Todos estos medios son útiles, pero siempre que tengan sentido para la entrada a la que sirven. ¿Cuántas veces la imagen sólo sirve para retrasar la carga de una web? O, peor, ¿cuántas veces la imagen despista del texto? Por eso durante un tiempo opté por hacer desaparecer las imágenes de SabiaVida y por eso ahora las uso sólo cuando encuentro alguna apropiada y que aporte algo en un tiempo razonable.

No, me parece que lo voy a hacer al revés; voy a escribir y publicar lo mejor que pueda y confiaré en que google siga haciendo su trabajo tan bien como hasta ahora.


Me gustaría aprovechar para disculparme por la tardanza en la publicación de este artículo, que va a salir por la tarde en vez de a primera hora de la mañana, como estáis acostumbrados. Pasé una noche de mal dormir y prefiero escribir tarde que mal.


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