
Al volver la esquina me encontré con esta señora despampanante que bailaba y pretendía echarme mano sin conseguirlo.


Los peques, vestidos con sus disfraces de calabaza, brujas, y demás monstruos, con una coreografía perfectamente sincronizada como podéis observar viendo a las criaturas, desafiaban al frío de la noche.
Por unas horas las calles se llenaron de risas y música, y a pesar de que hay muchos detractores de esta fiesta, la mayoría de las gentes estaban en la calle disfrutando de la noche otoñal.

En las zonas rurales aunque sea un pueblo grande como este, se agradecen estos actos que despiertan nuestra modorra y nos ayudan a ver la vida un poco menos negra.
No voy a entrar yo en discusiones de que si todo está muy mal... ¡Claro que está todo muy mal! precisamente por ello es necesario rescatar instantes de esparcimiento familiar para seguir luchando.
Respecto a como nació esta tradición, os remito a la Wikipedia o a cualquier otra página de las que abundan por aquí, para informaros. Yo, estoy perezosa para hacerlo, pero si os dejo este vídeo donde se puede ver muy bien el ambiente que había


Y es que bajo un buen maquillaje es difícil conocer a nadie...

Coquetas brujas y muertos vivientes me acechaban por doquier.

Caras inocentes con no muy buenas intenciones salían a mi encuentro...

Hasta un demonio colorao acompañaba a los viandantes...



Pude atrapar a alguna familia conocida con sus retoños ...

Y a, Zaida, con sus amigas...

Grandes y pequeños disfrutando de la fiesta.

Este atrevido vampiro estuvo a punto de morderme...


