Revista Diario
Hace mucho que no escribía en el Blog; la vida da muchas vueltas, y no es que haya tenido todo el tiempo que quisiera, y si lo tenía, prefería otros quehaceres. Pero hoy, es el día ideal para volver a escribir.
Esta noche me he enterado que ha muerto Bud Spencer. Sí, Bud Spencer. Ese tipo grandullón, con los ojos casi cerrados, fácil de enfadar, pero bonachón y de buen corazón. Ese personaje que con sus películas sencillas y sin pretensiones, hizo disfrutar a millones de familias en todo el mundo en la época de los 70-80-90. ¡Ni más ni menos que tres décadas!
Da la casualidad, que un día, hace tiempo, decidí leer su biografía. Quedé fascinado. Carlo Pedersoli, como se llamaba en realidad, no era solo un tipo fuerte en las películas, sino que también lo era fuera de ellas. Una persona interesante y que había pasado por grandes experiencias. ¿Sabíais que fue nadador olímpico? De 1949 a 1956 fue 7 veces campeón italiano en los 100 metros libres. Y después, integrante del equipo de Waterpolo, ganando una medalla de oro en los Juegos Olípicos de Helsinki de 1952. En pocas palabras, un portento físico de verdad, y todo un currante. Y no sólo en las películas. Será por eso que antes de su primer papel en el cine, haciendo de guardia del Imperio Romano en Quo Vadis, estudió química, emigró, trabajó como vendedor, e hizo mil cosas más.
Pero está claro que a Bud Spencer lo recordaremos por sus peculiares películas. En especial, acompañado por Terence Hill, otro personaje tremendamente interesante. Ellos dos, hicieron pasar unas tardes de sobremesa fantásticas a muchas familias. Unieron a nietos, padres, y abuelos, sin más necesidad que divertir durante poco más de una hora con el pretexto de mamporrazos y situaciones absurdas. En mi caso, siempre que pienso en aquellas películas, me viene a la cabeza las risas de mi abuelo, y como era el pretexto perfecto para disfrutar delante de la pantalla. ¡Aquellos tipos pegaban con gracia!
Hace año y medio, paseando por mi barrio, encontré un cofre con "las 20 mejores películas de Bud Spencer y Terence Hill". Lo primero que pensé, es que tenían que ser mías. Y lo segundo, es que una vez en mis manos, las disfrutaría en compañía de mi hijo. Como mi abuelo las disfrutaba conmigo. Porque esos momentos que parecen tan sencillos, tan irrelevantes, a veces son los que te hacen sentir mejor y añorar con más fuerza tiempos pasados.
Bud Spencer seguirá metiendo hostias como panes en el cielo, de eso estoy seguro. Y lo mejor de todo, es que personas como mi abuelo, estarán más entretenidas. Un abrazo.