Este año ha sido un año extraño. Un año que para mí prometía mucho y quizás no ha sido tan impresionante como esperaba. Aun así, todo tiene un aprendizaje, y este año me ha servido para aprender mucho. Para dejar de darle la espalda a los problemas y poder mirar hacia delante siempre con una sonrisa. He disfrutado en mil y una ocasiones, y a mi vida ha llegado un regalo que jamás pensé que me diera tanta felicidad al compartirlo. No podré tampoco olvidar que hay gente maravillosa que se va y que deja en nosotros un vacío que solo el que lo haya sentido puede comprender de qué calibre estamos hablando. He seguido aprendiendo que la vida es un momento, que hay que vivirla y muchas veces hay que arriesgar y dejar el miedo atrás. Que no se puede vivir temiendo. El 2016 ha sido un año de preparación para todo lo que vendrá después. De recompensas pero también de grandes decepciones, que nos hacen madurar y nos permiten comprender que no todo lo que reluce es oro.
Mis propósitos para el 2017: encontrar ese equilibrio que todo el 2016 he buscado y que todavía no he logrado, pero que sé que llegará. Como todos los años, deseo amor, paz, felicidad, serenidad y buenos deseos para todo el universo, y que nuestros ángeles nos sigan cuidando desde el cielo.
La chica de la sonrisa infinita