Hasta siempre, mi cojito...

Publicado el 21 enero 2011 por Hada

Naciste hace alrededor de cinco años y fuiste el mayor de tu nidada. Tus padres sabían que venías mal y, por eso, te lanzaron dos veces fuera del nido. Las mismas dos veces que volvimos a encaramarte a él hasta que tu padre cedió y comenzó a alimentarte, mientras tu madre seguía con la incubación y posterior cuidado de tu hermano.

Sufrías una tara congénita consistente en que no disponías de los tendones necesarios como para que tus patitas fueran como las de cualquier otro pájaro. No podías colocarlas verticalmente y ello te suponía que jamás pudieras descansar sobre una percha, puesto que tu punto de apoyo eran tu pecho o tu tripa. Aconsejados por veterinarios especialistas, muy pronto te separamos del resto de tu familia y acolchamos el fondo de tu jaula para que el roce de las rejas o arenas no te causase heridas.

Eras tan pequeñito que aún no sabías comer ni beber por ti mismo. Y mucho menos volar. Con mucha paciencia, amor y cuidado logramos transformarte en un periquito fuerte, independiente y magnífico volador. Recuerdo que cuando te soltábamos junto con tu padre, siempre le dejabas atrás.

Te fuiste hace ya unos cuantos días y lo hiciste ante mis ojos, sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Un ataque fulminante que duró breves segundos. Al llegar a tu lado, yacente en el suelo de tu hogar, me miraste, respiraste dos veces y te marchaste más allá del arcoiris.

Por falta de tiempo no había podido dedicarte todavía las palabras de cariño que tanto mereces.
Ayer compré el cerezo que plantaremos junto a tu tumba y a la de tu padre, Fito. Pensábamos enterrarte hoy, pero el cielo llora tu marcha derramando continuas lágrimas de lluvia. Como nuestros corazones al contemplar tu ausencia física.
Sé feliz, Coji. Por fin, toda la familia reunida, volad alegres por ese cielo vuestro que, un día, también será el mío. Te queremos. Siempre estarás en nuestros corazones y en nuestros más preciosos recuerdos. Gracias por todo lo que nos enseñaste y diste. Gracias por existir y ser un ejemplo viviente de coraje, lucha y esfuerzo diarios.
Hasta siempre, mi precioso periquito.