Mi viejo fue abogado, creyente y ante todo un gran lector: voraz, sistemático y realmente todoterreno. Leía siempre todo lo que caía en sus manos, tomaba detallados apuntes y tenía una curiosidad infinita. Descubrí el mundo gracias a las lecturas que el me motivó, a los libros que me regaló y a los que les "robé" de su biblioteca. Con un perfil marcado de literatura, historia y política no faltaba la literatura de ciencia ficción de primera. Así fue que conocí a Ray Bradbury, Isaac Asimov y H.G. Wells y nació mi gusto por la ciencia ficción.
Tiempo después, empecé a comprar libros, y ahí se compensó un poco la cosa. Mi viejo iba a conocer a algunos autores a los que no conocía, entre ellos a Stephen Hawking. Una vez, recorriendo algunos de mis libros, le llamó la atención Breve Historia del Tiempo, ya que había oído hablar del mismo y su autor. Y como siempre sucedía le presté el libro de Hawking con la única condición de que no lo subrayara. Eso ya había pasado en ocasiones anteriores y realmente me enojaba. Varios libros subrayados después acordamos en tomar notas aparte en libretitas adecuadas. Y así fue, durante mucho tiempo los libros que le prestaba a mi viejo generaban una gran cantidad de anotaciones, citas y futuras lecturas derivadas.
Resulta que con el paso del tiempo y a diferencia de otros libros prestados me olvidé de Historia del Tiempo. Por alguna razón se me fue del mapa, lo di por perdido y con esa excusa lo repuse en una de sus últimas y prolijas ediciones. Me vino muy bien esa pérdida como excusa para comprar la última edición del célebre libro de Hawking.
Sin embargo, hace relativamente poco y poco tiempo antes de que mi viejo muriera, me di cuenta que ese libro estaba en la biblioteca de su estudio, al que yo solía ir con frecuencia. Mi sorpresa fue doble, no solo por recuperar el libro perdido sino por constatar que era de los que estaban en el estante de consulta frecuente. Así de ordenado y sistemático era mi viejo. Por si fuera poco, además de estar subrayado, estaban todas las notas que sacó en las distintas lecturas y consultas que le realizó post pacto antisubrayado. Eso significa lo leyó en varias ocasiones y que lo dejó pensando durante mucho tiempo. Me llevé el libro y las notas también, porque me interesaba saber qué tipo de diálogo sostuvo un abogado con Hawking. Ahí me di cuenta de lo realmente gigante de la obra del desaparecido físico: capaz de llegar, y pegar fuerte, en un público amplísimo, y de sostener un diálogo casi permanente con sus lectores.
Hoy ya no están ninguno de los dos y entiendo cada vez menos todo lo que pasa en el mundo. Probablemente si vuelva a hojear Historia del Tiempo lo haga con menos certezas y más miedos que en su momento. Pero estoy seguro que lo voy a hacer con esa libretita de apuntes que mi viejo supo llevar durante ese largo diálogo con Hawking. Recordar que el libro tiene una introducción de Carl Sagan me recuerda la influencia enorme y decisiva que estos tres tipos tuvieron en mi vida. Les estoy agradecido eternamente, especialemente a mi Viejo quien me dió infinitas razones para leer el libro nuevamente, y a Hawking por darme la posibilidad ahora, de leer a mi Viejo.