Seguramente que siempre ha sido así, pero estos últimos días he visto el ímpetu que pone la gente cuando entra en un estanco (creo que así se llama) a echar la lotería. Solo haz la prueba y fíjate como una persona que tranquilamente anda, cuando va a entrar le pone todas las ganas del mundo. Igualmente a última hora del día verás como, cuando la gran mayoría ha salido del trabajo, se forman colas notables para comprar el boleto.
Parece ser que las cosas no cambian en el planeta tierra esto escribía Vincent Van Gogh en una carta a su hermano Theo hace ya más de 120 años:
“Uno debe reflexionar, o mejor dicho tratar de comprender, lo que tiene delante ;las esperanzas y las ilusiones que se depositan en la lotería nos parecen hasta cierto punto infantiles,pero la cosa se pone seria cuando uno imagina por un lado la pobreza y por otro ,y frente a ella, esta especie de esfuerzo a fondo perdido de los pobres diablos que buscan la salvación de un boleto de lotería pagado con un par de peñiques que no gastan para comer”.
La suerte es otra cosa y además te hace sudar.
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