Hay que erradicar la riqueza

Publicado el 09 julio 2012 por Bloggermam

Lo que se gasta en una fiesta de millonarios podría dar asistencia médica en un campo de refugiados

No hay que tratar de luchar contra la pobreza. Está bien hacerlo porque acalla nuestras conciencias (la de los que tuvimos la suerte de nacer en el lado rico de la vida). Aunque todas las campañas que hay en contra de la pobreza, en su mayor parte, son paliativas y no van a tratar de eliminar las causas que producen los desequilibrios que condenan a miles de millones de personas a una vida agónica.

Como no me paga nadie, tengo la suerte de poder decir que lo que hay que erradicar en realidad es la riqueza. Porque la riqueza es la principal causa de pobreza en el mundo. Cuando los medios dicen que una empresa, o un gobierno, está tratando de crear riqueza, en el fondo lo que hay es una búsqueda de recursos que se puedan robar fácilmente a los pobres, o en su defecto explotarles de forma miserable para que en algún despacho alguien vea con satisfacción como sus márgenes de beneficio se han hecho más grandes.

Cuando se habla del problema del reparto de la riqueza estamos cometiendo el perverso error de justificar el despilfarro y el hedonismo en el que vivimos los que estamos en el lado obeso de la civilización, si es que a estas alturas todavía se le puede llamar civilización a esto.

En realidad el desastre de la humanidad está en el reparto equitativo de los recursos que permitiría a todas las personas vivir dignamente y preocupándose por temas más livianos, como fastidiar la vida al vecino, en lugar de mortificarse por saber si podrá dar de comer a sus hijos durante ese día.

El reparto de los recursos es como un gordo cabrón y un flaco acojonado por la inanición que comparten cama para dormir. El gordo cabrón tira de la manta para tapar el exceso de lorzas y estar calentito mientras resopla a pierna suelta. Mientras tanto el flaco, ni tiene fuerzas para tirar de su parte de la manta, ni voz para protestar, ni oídos que le quieran escuchar. Y queda solo, aterido de frío, debilitado todavía más por la falta de descanso y muerto de hambre, abandonado a su suerte.

El gordo en ocasiones tiene la cara de justificarse diciendo: “lo siento primero voy a taparme yo, si me resfrío no podré ayudarte, ¿porqué no vas buscando una manta con la que taparte tú también?”. Tanto el gordo como el flaco saben que no hay ninguna manta más en ningún sitio. La energía ni se crea ni se transforma, lo único que se multiplica es la cantidad de necios capaces de creerse lo que dice el gordo. “Si no encuentras ninguna manta, intenta adelgazar un poco más y quizás así te puedas tapar un poco con los flecos de lo que me sobra a mi”.

Todos sabemos que la manta, la única manta que hay, no es propiedad del gordo cabrón. Sabemos que la manta es del gordo y del flaco por igual. Sabemos que la solución está en que el gordo cabrón se ponga a régimen y deje de comerse lo que no es suyo. Así el flaco podría volver a comer lo que el gordo el roba e ir cubriendo sus huesos, mientas el gordo pierde volumen y la manta consigue tapar tanto al exgordo cabrón como al exflaco acojonado.

Mientras sigamos acumulando riqueza, en algún lugar que jamás querremos ver, habrá unos cuantos que seguirán amontando ganas de morir.