Revista Diario
Hace unas horas he escrito el mail más difícil de toda mi vida.
Héctor se marcha, al otro lado del mundo por mucho tiempo, si es que vuelve algún día. Me enteré hace casi dos semanas. Vino a verme unos días, y cuando estaba a punto de irse, me lo dijo. Creo que hacía muchísimo, si es que ha habido alguna vez antes, que no me sentía tan vacía, y tan impotente, en cuestión de segundos.
Él se va en unas horas, y yo tenía que escribir lo que sentía, y así lo he hecho. Como poco nos debo sinceridad, a Héctor, y a mí misma.
Ya he dejado de llorar, al menos por hoy, y espero que dure. Yo no lloro, yo me enfado, me cabreo, lleno la caja de las tensiones y cuando esta está llena, reviento, y entonces, sólo entonces, es probable que llore. Pero no sé qué me ha pasado con él, pues ya se ha llevado más lágrimas mías en poco más de siete meses que el resto de hombres en 12 años, por eso me cabreo conmigo misma por hacerlo ahora, yo no soy así, yo no lloro.
No tengo intención de quedarme en un rincón, releyendo mails, y recordando cosas, pero necesitaré unos días para sentirme bien del todo, o eso creo, nunca había estado así antes, no cuento con antecedentes... Soy fuerte, me consta, pero también soy humana, y espero que eso os conste a vosotros.
Está claro que no podía ser todo tan bonito, aunque tengo la esperanza de encontrar algún día a alguien con quien sí lo sea. Creo que cada día estoy más cerca de conseguirlo, cada vez reúnen más cualidades.
Ahora necesito alguien que quiera estar a mi lado, y no al otro lado del mundo.
Al menos he vuelto a sonreír...
PD: Buen viaje Héctor. Te deseo lo mejor en tu viaje, y en tu vida, sé que sabrás aprovechar las sonrisas que ésta te ofrezca. Gracias por todo. No te olvides de mí, ¿vale?