Viajan en coche. La madre duerme en el asiento delantero, acurrucada bajo la cazadora del padre. El hijo mayor mira por la ventana, hace poco que se ha despertado y está muy activo; los demás duermen. El padre lleva mucho tiempo al volante, pero sigue sonriendo. Está anocheciendo.
-¿Por qué los árboles no se mueven papá?
-Habla bajito hijo. No despertemos a la tropa.
El niño repite la pregunta en voz baja. La sonrisa del padre se hace más grande todavía.
-Pues, ¿tú por qué crees?
El niño se lo piensa un poco y dice finalmente:
-Porque son unos vagos.
El padre se ríe mientras toma el desvío.
-¿Unos vagos, eh?
-Sí, mamá siempre me dice que soy un vago cuando no hago nada. ¿No tienen mamá los árboles?
-Yo creo que los árboles no se mueven porque no tiene piernas- interviene su hermana pequeña, que lleva despierta unos minutos.
-¡Que tontería! La tía Marisa tiene piernas y no se mueve.
-Calma chicos. No despertéis a mamá.
-¿Hemos llegado ya?- se despierta otro de los niños. Su cara no tiene desperdicio. Se le ha quedado pegado un cromo en la mejilla y sus ojos delatan el sueño que tiene.
-¡Pero eso es porque va siempre en esa silla de ruedas!
-Schhst. Chicos, chicos. Hablad bajito por favor.
-¡Buenos días!- dice de pronto la más pequeña de las chicas, que se ha despertado por el alboroto.
-¿Pero qué pasa con los árboles?
-Los árboles saben hablar bajito.
-Papá no seas tonto. Los árboles no hablan- se ríen todos.
El bebé se despierta y empieza a llorar.
-Lo véis. Ya se ha despertado.
Mientras los niños intentan dormir a su hermano pequeño la madre, que se ha despertado, sonríe y mira a su marido.
-Te quiero.-susurra
Le da un beso en la mejilla y se vuelve hacia sus hijos, que han conseguido calmar al peque.
-A ver, ¿me podéis explicar de qué va todo esto?
El mayor es el más rápido en contestar:
-Es que quiero saber por qué no se mueven los árboles. Pero papá no tiene ni idea.
-¡Oye!- dice el padre entre risas.
-Es verdad, papá no tiene ni idea.-se burla la madre, aún sonriendo.