Hemos perdido.

Prefiero huir de aquello que los demás toman por "locura" y sólo yo comprendo, será por eso que me considere la única sensata de aquí. No hay espacios para los errores, y limitamos la vida con peculiaridades como "correcto" o "incorrecto" pero, ¿qué es exactamente lo correcto? ¿Aquel camino construido por las huellas ajenas, es decir, aquel por el que van todos? No quiero ser una más de mi vida, quiero ser MI vida y que nadie me impida crear mis propios deseos llamándolos errores, de una manera o de otra. Al fin y al cabo, a todos nos cometieron una vez y, paradójicamente, seguimos sin creer en ellos. Seguimos sin creer en nosotros. Compréndete. Ya. De una vez. No hay normas y, sin embargo, sí un determinado camino por donde caminar. Por qué no ir por donde se habla de sentido contrario a pesar de no estar indicado en el camino, e incluso por qué no ir por donde está señalizado con una señal de prohibido. Y no, no hablo en el lenguaje de los coches ni de los transportes, simplemente en aquel único lenguaje que se refleje nuestra incapacidad de movernos a nosotros mismos como para querer encima mover el mundo. Levanto la mano y con voz temblorosa pregunto cómo hemos llegado hasta esa conclusión para limitar lo correcto de lo que no lo es. La multitud sigue andando, con los pies en la tierra, y las manos en los bolsillos, cabizbajos y con sus auriculares en sus oídos. Creo que el propio error ha sido siempre el ser humano, creyendo que puede con todo y luego se queda callado ante la pregunta de una cría. ¿Por qué no cometerlo? Sí, total, como ya he dicho, nosotros ya estamos cometidos... y, mirad el resultado.
Es la propia sociedad la que nos ha inculcado el miedo al error día tras día, desde la niñez, y la primera que dice que de los errores se aprende; o también eso de quién no arriesga no gana pero, quizá, ya nadie esté interesado en ganar, simplemente en no perder.
Y para no perder, es preferible no arriesgar.