Santiago Bernabéu, 22:30 del 22 de agosto de 2013. Un estadio repleto contempla a su héroe, Raúl González Blanco, que sale del túnel de vestuarios para recibir el homenaje del Real Madrid. Emocionado, posa con los trofeos que ha ganado a lo largo de su carrera y sube las escaleras de la grada hacia el palco, donde le espera junto a Florentino Pérez el rey Juan Carlos, que ha interrumpido su apretada agenda para tan importante acontecimiento. Raúl y el monarca se funden en un abrazo mientras el público corea: ¡Raúl, Raúl, Raúl!
Esta bonita escena se produce en un país con unos 6 millones de parados, muchos de los cuales reciben del Estado la cuantiosa cantidad de 0 euros al mes para poder sobrevivir. Sin embargo, las masas permanecen insensibles a esta realidad, incluso aunque les afecte directamente; solo se unen para vitorear emocionadas nombres de deportistas que ganan millones de euros al año mientras médicos, profesores o investigadores se ven obligados a emigrar en busca de un futuro mejor.
Lamentablemente estos jugadores, admirados por la sociedad, viven en una burbuja al margen del resto de la población. Al igual que los grandes empresarios, reyes, banqueros o políticos que disfrutan de un tren de vida escandaloso mientras el pueblo sufre las consecuencias de un sistema capitalista que excluye a millones de personas de una vida digna.
Las estrellas del deporte español evitan a toda costa pronunciarse sobre los asuntos políticos, siguiendo el juego a unos medios de comunicación que los utilizan como armas de distracción para alienar a la población y sumirla en una sociedad del espectáculo, que vive pendiente de trivialidades mientras cierra los ojos ante las injusticias inherentes al sistema. Los medios de manipulación masiva han conseguido que la gente se emocione por la titularidad o la suplencia de Iker Casillas, pero ni se inmute ante un suicidio por un desahucio.
Servidor empieza a estar harto de los deportistas sin conciencia social (si la tienen no la divulgan) que presumen con la bandera de España de patriotismo pero solo se preocupan de ganar el máximo dinero posible alejados de las penalidades de las personas corrientes, aquéllas que, pese a vivir explotadas, no dudan en sacrificar su tiempo o sus escasos recursos para ver a sus héroes en un partido de fútbol. Así nos va…