Hijo, te amo.

Publicado el 13 febrero 2013 por Gildelopez

   Pronto vas a ser padre.
  

   La noticia me llenó de alegría.

   Volveré a vivir esa indescriptible emoción que sentí cuando llegaron ustedes -tú y tus hermanos. Compartirás conmigo la inenarrable emoción que sentí cuando te tuve por primera vez en mis brazos. Te amaba desde hacía nueve meses y por fin podía verte. La primera vez que besé tus pequeños labiecitos lloré de felicidad y sentí que era invulnerable; tenía que serlo por tí, por ese pedacito de carne temblorosa -¿frío? ¿miedo de la extraña tierra a la que llegabas, enorme, inmersa en un océano de oxígeno a la que te arrojaron de repente?- que eras, acurrucado en las palmas de mis manos; mis manos, que eran tu primera cuna en éste mundo, y a las que tú, en ese momento dabas nuevas fuerzas, nuevos motivos para vivir.

   Suspirabas y te removías inquieto, sin duda extrañando la tibia seguridad del lecho amniótico en que toda tu vida había transcurrido. Mis lágrimas felices mojaron tu carita y se confundieron con las que el temor y una sensación que descubrías, el hambre, hacían de las  rendijas apretadas que eran tus ojos dos manantiales. El pecho de tu mamá te tranquilizó. No tanto por el hambre que saciaba, sino porque te diste cuenta de que el ser que fue uno contigo aquellos nueve meses seguía ahí; ahora separados físicamente, un cordón todavía más fuerte que el umbilical los seguía uniendo: el amor.
  

   Quiero creer que también sentiste el amor que había en el hueco de mi brazo, en el cual dormiste en tu primer noche en casa. Quiero creer que lo sentiste, porque en mí era una sensación casi física, una especie de vibración que recorría mi cuerpo. Sentimientos contrastantes me dominaban: me sentía fuerte, invencible, pero a la vez, el temor me asaeteaba. No temía por mí, que estaba ahí, dispuesto a defenderte contra todo, como el más feroz de los animales. Temía por tí, me daba miedo de que algo me pasara y no pudiera seguir estando presto a protegerte.

   Cuando veas a tu hija sé muy bien lo que sentirás: ella nacerá y tu renacerás. Lo sé y compartiré la sensación contigo; yo también renaceré una vez más. Será tu hija quien dará, con la suya, nueva vida a las nuestras.

   Al igual que me pasò a mí, sabrás lo que es comprender los sentimientos de tus padres. Cuando ustedes nacieron, sentí cómo me querían mis papás, con ese mismo amor inmesurable que yo tenía para ustedes.

   Desde siempre te amo, m'ijo.
  
   Siempre lo has sabido.

   Siempre.

   Estás a punto de saber cuánto.

Santa Ana, Cal., 13, febrero, 2013.

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