Por: Raùl Heraud
Himnos de Miguel Ildefonso (ediciones Apolo Land - 2008), nos invita a recorrer las calles de una ciudad violenta, trasnochada, llena de contrastes, “No hay dolor que no sea un paraíso/ o ciudad extraviada de poetas/ estancias de vagabundos y plazas…” eterna, como las vidas que se repiten una y otra vez en una vieja película “apenas la vi quedé paralizado/ el lado invisible del universo/ radicaba en la indiferencia hacia la anciana” aquella donde Miguel teje su universo poético, “cuando no queda nada queda la poesía” trágico “te vi doblar la esquina pero nadie entendería/ nadie comprendería/ nadie está interesado en creer”, metafísico, “Quién no ha matado a su dios?/ yo lo maté tantas veces que no recuerdo…” cuestionador “qué era la poesía? ¿qué mierda es la poesía?”, sórdido, “ la naturaleza es un prostíbulo/ y caminas al cielo los ruidos más altos/ las voces los hedores…” tanático, “… el gris cemento pintará su sombra cansado de dar vueltas/ dormirá en un hotel barato y desde el amanecer pensará/ en morir…” real, “… la basura humana muriéndose por dinero/ todos los crepúsculos los he visto/ todos los caminos de la tarde los recorrí de mañana” con la intenciòn de mostrarnos la farsa en la que se ha convertido este mundo o simplemente como dejándonos señales, signos de su paso por esta vida a la que Miguel canta “aunque no existe la poesía/ yo escribo poemas himnos como si existieran los dioses”, con toda su plenitud humana de hombre transeúnte, de poeta artesano en un mundo donde la belleza y el caos escinden la naturaleza humana “El caos es una bella palabra/ y si la rosa es otra bella palabra/ entonces también la rosa es caos” y el cuerpo es apenas un envoltorio, una caja de resonancias de todo lo vivido, “… porque mi cuerpo ya no es de esta sombra/ no trates de alargar/ el latido de un corazón imantado a la luna/ no tengas compasión de mi semen/ derramado al silencio del hielo” de todo lo amado que siempre se deja atrás “… ella iba tras un arcoíris _ luego se convirtió en arcoíris/ y otra vez el dolor se ató a tu corazón y no al mar/ tan próximo a ser las olas _desde entonces/ sientes el doble y el infinito siempre se mantiene intacto”. Himnos es un libro de sentidas canciones, de instantes eternos, de bellas melodías que Ildefonso musita levemente al final de la tarde para recordarnos que aún seguimos vivos.
Raúl Heraud
La Molina, enero de 2010