Revista Talentos

Historia

Publicado el 14 octubre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
Despierto siempre un poco mareado y con dolor de cabeza, a veces en guardia. No, no estoy loco, usted no se imagina mi padecer, asì mismo soy un privilegiado, no todo el mundo tiene la posibilidad de viajar en el tiempo, mucho menos de que todos sus viajes sean trascendentes.
Desde que tengo 15 años cada dìa me despierto en un paìs distinto, en una época distinta,en un dìa memorable. Si supiera como empezò, creo que estarìa cerca de hacerlo terminar.  Puede haber sido Dios que me castigò o que me quiso premiar, un mago malvado, un hada buena, una bruja de barrio. Al principio pensè que era una pesadilla continua, que en algún momento despertarìa, pero no, esta se volvio mi rutina. Ocultar mi circunstancia fue otra de mis preocupaciones, no sabe las cosas de las que me tuve que salvar. Para muestra basta un botòn, una vez hice buenas migas con una tipo en la batalla de las Termòpilas, le contè lo que me pasaba y a la noche zafè muy  por un pelo de terminar siendo un tributo a Ares. A partir de esas experiencias aprendì a camuflarme y a callar.
Comencé a sacar fotos al quinto año, el dìa era 10 de noviembre de 1989, caía el muro de Berlìn. Tengo una colección que cambiarìa la historia de la humanidad, conocì a  malos no tan malos, a buenos que se inventaron, capturè momentos  en los que el destino de la humanidad estuvo a punto de ser otro. Si usted supiera la ricura de mujer que era Marìa Antonieta. Me estoy yendo por las ramas de lo anecdótico, podrìa estar horas refutando historias, dando detalles impactantes, banalizando bustos.
Una tarde estaba en la plaza Tian^Anmen en China, estaba por tomar mi souvenir testimonial, cuando vì a una rubiecita occidental tirada en posiciòn fetal. No era la primera vez que la veìa, revisando mis fotos màs tarde, vì su rostro el dìa de la entrada de Alejandro a  Babilonia, asì como tambièn en un departamento de Stalingrado alla por la dècada del 40.  Corrì esquivando un tanque, la tomè en brazos.
-Tranquila-Déjeme-No te va a pasar nada. ¿Desde Cuando viajàs?
La rubia me mirò como quien mira a un ángel y me abrazò. Nos contamos nuestras historias, nuestros miedos, nuestros descubrimientos. Por primera vez en años me sentì en familia, supe que no estaba sòlo. La tarde fue larga, podrìa mentir que esa noche hicimos el amor, no fue asì. Comimos un arroz con porquerìas y dormimos abrazados, despertamos al otro dìa en Georgia, en la revolución de las rosas. Desde esa tarde en China, ella està en casi todas mis fotografìas, nos sentimos mejor, no estamos solos. Buscamos a otros màs, ayudándonos pudimos vencer todos los miedos que quedaban. En cada lugar que visitamos dejamos este escrito, tal vez alguien lo lea y se sienta animado a buscarnos.

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