Historia. El sitio de Cartagena de Indias de 1741. (1).

Publicado el 08 agosto 2012 por Cspeinado @CSPeinado

Foto de Internet. Edward Vernon.

Inglaterra, durante el periodo en que el Imperio Español tuvo plena capacidad de acción y ningún miramiento buenista fue un enemigo poderoso pero en ningún modo temible. La inmensidad de un país que en su vertiente americana suponia un territorio inmenso con unas defensas francamente deplorables, incitaba a Su Graciosa Majestad a presionar para darle boleto al Reino de España donde más le dolía, en sus posesiones de Ultramar. La incapacidad de forzar una rendición debido a la superioridad naval española pese a su carencia de fondos era algo que a Inglaterra traía de cabeza, empeñando a sus mejores comandantes en unas acciones en la que la pericia de los Marinos españoles no cejaba en dejar a la Royal Navy y el Almirantazgo en franca vergüenza. Así las cosas, el Imperio Británico ansiaba los reinos españoles de ultramar y no dudo en declarar una guerra por una razón sumamente peregrina. En mil setecientos treinta y nueve, se declara la Guerra de la oreja de Jenkins.
Planes de Guerra.
En Octubre de aquel año, bajo la excusa de defender los intereses británicos o dicho en plata, utilizando de excusa la oreja que un guardacostas español había cortado a un contrabandista inglés llamado Jenkins, el Almirantazgo estableció un plan para tomar Cartagena de Indias. Wallpole, a la sazón Primer Ministro está en contra de uin inicio de hostilidades contra España que, diezmada por la Guerra de Sucesión no se encuentra sin embargo ni mucho menos doblegada. Finalmente cede a las presiones del Pueblo incitado habílmente por la prensa populista (la prensa amarilla no es algo de hoy), y se pliega aceptando un plan por el cual la Royal Navy caerá hábilmente sobre Cartagena de Indias. Dicha población, la más importante de la Costa norte de Nueva Granada, es el punto de llegada en el que confluyen todas las riquezas del cono sur para su transporte a La Habana y de ahí a España. El plan consistiría en sesgar las posesiones españoles por su centro e interceptar el comercio marítimo español en el Caribe.
Todo ello con una acción combinada con la flota del Comodoro Anson. Éste contaba con un Navío insignia y seis buques más con los que debería acosar, bombardear y en lo posible colapsar las defensas y poblaciones de las posesiones costeras españolas tanto en el Virreinato de Rio de la Plata cómo en las posesiones del Perú. Todo ello teniendo en cuenta la consabida creencia británica de una superioridad naval que no existiría hasta Trafalgar. El hecho claro es que Anson fue perseguido encarnizadamente por la escuadra de José Pizarro a la altura de las Malvinas cuando pretendía, entre temporales, pasar al Pacífico, de suerte que uno de sus buques, el Wager, fue directo contra las rocas al sur de Chile. Otros dos buques más, en clara acción de indisciplina volvieron a Inglaterra preferiendo arrostrar el Consejo de Guerra a los marineros españoles. El Centurion, portando la insignia de Anson, el Glouscester y el Triall consiguieron pasar el Cabo de Hornos. Sólo el primero regresaría a Inglaterra tras fracasar, de manera estrepitosa, el plan para descabezar los territorios de la América Española.
Vientos de Guerra.
La expansión colonial británica siempre consistió en establecer, potenciar y expandir su sistema mercantil. Y el principal escollo para hacer del Mundo Inglaterra y tener supermercados en todos los puntos del globo era España. A tal fin, Inglaterra necesitaba minorar su enemigo natural, ya que España, aún habiendo perdido su supremacía en Europa tras el Tratado de Utrecht, seguía poseyendo, intacto y en expansión sus posesiones ultramarinas. Lo único que, Inglaterra, para poder llevar a cabo las acciones contra España debía contar con un amplio respaldo tanto del Pueblo cómo del Parlamento, hecho que sólo podría lograrse si mediaba una provocación lo suficientemente fuerte y justificable por parte de España. La falta de dicha provocación hizo que se aprovechara la primera acción que surgiera y por ello un suceso sucedido en la costa de Florida entre un guardacortas español capitaneado por un tal Juan León Fandiño al interceptar el Rebecca, un barco de contrabando inglés, prendió la mecha.
El Capitán del guardacostas cortó con su sable de ordenanza la oreja al capitán del Rebecca, un tal Robert Jenkins, indicándole que dijera a su Rey que "lo mismo le haría si a lo mismo se atreviese". Jenkins tomó su oreja, la metió en un frasco con licor y regresó a Inglaterra, presentándose en el parlamento con la misma y con la ofensa al Rey Jorge. Eso y la manipulación de la opinión pública por los medios populistas enardeció los ánimos del pueblo presionando para dar una respuesta contundente a la agresión que los malévolos guardacostas españoles habían dado a un honrado... pirata. El Gobierno de Walpole, muy contrario a esa ofensiva no tuvo más remedio que ceder y convocó al Almirantazgo para armar una flota de respuesta contra los intereses españoles en América y más concretamente contra Cartagena de Indias, la mayor caja de caudales del Caribe. Todo ello con la aquiescencia y las presiones de los comerciantes de la City, que veían con avidez la America Española bajo su dentellada.
Los inicios de una Guerra.
Cartagena de Indias era una posición defensiva situada entre dos bahías con las más formidables murallas del Caribe español. Aquel trece de marzo de mil seteciento cuarenta y uno, al soldado qeu estuviera de guardia por Punta Canoa debió d atragantársele el desayuno al ver asomar la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares y que no volvería a verse hasta dos siglos después, en el Desembarco de Normandía. Una flota que superaba con creces a la Invencible de Felipe II y cuyo fracaso se tapó habilmente a la opinión pública británica y a la Historia Mundial en General. Dos mil cañones dispuestos en ciento ochenta y seis barcos, superaba en sesenta la enviada para doblegar a Isabel I. Edward Vernon transporta en Navíos, fragatas, brulotes y mercancía, veintitres mil seiscientos combatientes entre marinos, soldados y esclavos macheteros de Jamaica a la que se unen cuatro mil voluntarios de Virginia a las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro "libertador" George Washington.
Bibliografía. 
Wikipedia.org
Todoababor.es
Segovia Salas, Rodolfo (1998). «Cartagena de Indias: historiografía de sus fortificaciones». Índice general del Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, Publicación de la Subgerencia Cultural, Colombia XXXIV (45).
Una vívida descripción literaria de la batalla de Cartagena puede encontrarse en la obra del autor inglés Tobias Smollett, quien participó en la misma: Smollett, Tobias George (2007). «Las aventuras de Roderick Random». Ed. Montesinos.
Membrillo Becerra, Francisco Javier (2011). La Batalla de Cartagena de Indias. ISBN 978-84-615-3894-2.
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Hart, Francis Russel (1922). Admirals of the Caribbean. Boston: Riverside Press.
Fernández Duro, Cesáreo (1902). Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y de León. Tomo VI. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra.
Smollett, Tobias George & Hume, David (1848). History of England. Tomo II, Londres: Longman, Brown, Green & Longmans.
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