Revista Literatura
Historias de mundo profundo vi
Publicado el 29 diciembre 2011 por RaulaqSe quedó impresionada al ver la magnífica estatua del dios Sudok,Mediría unos dieciséis pies de alto, era de oro macizo y sostenía el su mano una esmeralda del tamaño de un huevo de avestruz.Trepó por la estatua hasta llegar a la gran mano ayudándose con su daga, se apoderó de la piedra preciosa y la metió en la alforja.Al llegar al suelo escuchó un crujir metálico a su espalda, se giró y en ese mismo momento la estatua de oro cobró vida.Sorana armó su arco con una saeta y disparó, la flecha rebotó en la escultura como si le hubiese caído una miga de pan.Colocó otro dardo en el arco, apuntando al ojo, pero obtuvo el mismo resultado que el anterior.El dios estatua avanzaba hacia ella a grandes pasos, sacó su espada mientras retrocedía.Sudok lanzó una mano intentando golpear a Sorana, pero esta la esquivó echándose al suelo, intentó clavar su espada en el pie de la estatua, pero solo consiguió arañar un poco el oro.Dos guardianes que escucharon el ruido entraron en el templo a la carrera; al ver a la estatua moviéndose se quedaron asombrados, se arrodillaron y comenzaron a rezarle. Sudok fue hacia ellos y los pisó con su pie derecho, dejándolos aplastados contra el suelo y sin vida.La mujer aprovechó ese instante para correr hacia el interior de la sala llegando al pedestal donde antes descansaba la estatua. Vio una inscripción en la que antes no se había fijado: “Una piedra me da la vida, la….” El dios llegó a ella rápidamente y lanzó un puntapié, pero Sorana se movió deprisa y solamente la rozó en el costado. Lo suficiente para dejarla un momento sin aire. La mujer intentó recuperar la respiración, la estatua soltó un puñetazo que Sorana esquivó con dificultad. El golpe creó un socavón en el piso, haciendo temblar todo el templo.Las paredes comenzaron a agrietarse, los pilares se derrumbaban, todo el templo parecía que se iba a venir abajo.Sorana volvió a encontrarse frente al pedestal: “una piedra me da la vida, otra me la quita”.El gigante dorado saltó al lugar donde se encontraba la mujer, pero pudo pasar entre sus piernas; al girarse nuevamente observó que la estatua tenía un rubí del mismo tamaño que la esmeralda, en el omoplato derecho.El templo se iba desmoronando poco a poco, los pilares caían uno a uno. Sorana escaló por uno de ellos y de un salto felino se colocó en el hombro derecho de la estatua. El gigante dorado daba vueltas sobre sí mismo intentando quitarse a la mujer de encima. Sorana tuvo que agarrarse fuertemente para no caerse y con la punta de su falcata hizo palanca sobre el rubí haciéndolo saltar de su sitio. El dios se quedó parado y comenzó a caer a la vez que se desquebrajaba el ultimo pilar del templo.