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Historias Reales. El abrazo salvador

Publicado el 19 septiembre 2013 por Pepaj @pepajcalero

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Recuerdo  aquel 17 de octubre de 1995,  amaneció lloviendo en la ciudad de Worcester (Massachusetts). El tiempo olía a otoño y a hojas caídas. Ese día me asignaron en la unidad de cuidados intensivos neonatal. Trajeron a dos hermanas gemelas de tan sólo 28 semanas de gestación. Kyrie de 980 grs y Brielle de 900 grs. Colocamos a cada una de las niñas en una incubadora y comenzamos con los cuidados habituales. Por entonces todos los bebés nacidos de partos múltiples se mantenían separadas para prevenir infecciones. Terminé el turno y allí quedaron las pequeñas alejadas una de la otra a un par de metros de distancia.

Casualmente volví a esa unidad unas tres semanas más tarde. Allí seguían las gemelas, las hermanas Jackson.

Kyrie mantenía sus constantes estables, una curva de peso ascendente y un hermoso color sonrosado. Sin embargo su hermana apenas ganaba peso, presentaba dificultad respiratoria, problemas cardiacos y una coloración pálida que no gustaba a nadie.

Sabíamos que el estado de la Brielle era bastante frágil. Los doctores no  daban muchas, por no decir ninguna, esperanzas de vida a esa niña.

De repente la pequeña Brielle empeoró. Parece que estoy viendo el rostro de la madre, Heidi, asustada con las manos en la cara, contemplando a su hija. Su bebe respiraba con dificultad, inspiraciones profundas e irregulares, gasping. Los niveles de oxígeno descendían de forma alarmante, los músculos se contraían,  una taquicardia grave disparó la alarma de la incubadora. ¡Por favor haga algo! Suplicaba la madre.

Empecé a aspirarle, apenas había secreciones. Comprobé el pulxiosimetro que medía el oxígeno en sangre, funcionaba correctamente. Los bracitos de la niña y sus delgadas piernecillas iban tomando un preocupante color azulado, cianótico. Aumente el nivel de oxígeno en la incubadora. Nada. Nada. ¿Qué hago? Me preguntaba sin cesar. De pronto, recordé las palabras de un compañero hablándome de una práctica común en Europa, desconocida en América. Poner juntos a los hermanos, los prematuros, en la misma incubadora compartiendo la misma manta.

Pero yo estaba sola. La supervisora había salido a una conferencia. No podía tomar decisiones de ese calibre sin consultarlo. Me arriesgué. Había que estar allí viendo el llanto de la madre convencida de la inminente muerte de su hija. Entonces  le ofrecí esa única idea.

─Déjame intentar poner a Brielle con su hermana para ver si eso ayuda ─dije en un intento exasperado─. ¡No sé qué más puedo hacer!

Movió la cabeza de arriba a abajo. Tomé a la pequeña con cuidado y la  deposité junto a su gemela. Acurrucada. Bajé la puerta de la incubadora transparente y nos quedamos mirando.

No salía de mi asombro. El cambio fue inmediato. La pequeña se calmó enseguida, relajada junto al calor de su hermana. La madre me abrazo. Contemplaba asombrada los niveles de saturación de oxígeno. ¡Un 100%! El corazón se estabilizó y su cuerpecito fue tomando poco a poco el dulce color sonrosado de su hermana Kyrie.

Al día siguiente una compañera al coger el turno de la mañana descubrió el pequeño milagro. Esta magnífica fotografía, la instantánea que ha dado la vuelta al mundo. Por la noche mientras todos dormían Kyrie abrazó a su hermana Brielle con su abrazo salvador.

Curiosamente la conferencia a la que había asistido la supervisora era sobre el Co-bedding, que consistía en poner a los prematuros juntos en la misma cama.  Cuando al día siguiente contempló la maravillosa escena de las gemelas se sorprendió gratamente. En ese instante todas supimos que esa práctica formaría parte de los protocolos desde esa misma mañana.

Han pasado muchos años. Sigo pensando en ellas. Hoy son dos hermosas adolescentes que no se han separado la una de la otra ni un solo día de sus vidas.

Gayle Kasparian  

PD._ Partiendo de la noticia que dio la vuelta al mundo y de un reportaje en la Tv americana http://www.hlntv.com/video/2013/02/22/rescue-hug-babies-17yrs-later, he puesto voz a Gayle Kasparian, la enfermera que logró el milagro.


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