Que Javier Gutiérrez es uno de los mejores actores europeos lo confirma su enorme trayectoria y su inmensa adaptabilidad a cualquier tipo de papeles. En esta película dirigida y guionizada magistralmente por David y Álex Pastor confirma, junto a un comedido Mario Casas, que estamos ante uno de los thrillers más impactantes del año.
De hecho, aunque el antedicho género sea el que mejor define a la cinta, el eje principal de la misma no es otro que el deporte nacional español: la envidia. Los personajes se van presentando de manera concreta, pero con detalles que se van concretando a medida que avanza la trama. La frialdad de Gutiérrez, el avance interpretativo de Casas y una excelente Bruna Cusí subrayan los múltiples matices de una historia perfecta para disfrutar tranquilamente.
Y es que no son necesarios ni efectos especiales, ni grandes medios para trasmitir sensaciones y lograr que el espectador se sienta más o menos identificado con cada personaje. Sin duda alguna, su visionado es obligatorio si quieres comprobar por qué no todo en el cine español es como piensas y cuáles son los motivos para volver a ver películas que nos resultan más cercanas y que nos llegan al cerebro sin obstáculos, ni americanadas infumables.
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