Nos mudamos. Una tía me prestará una casa que en este momento no está habitada. La misión del fin de semana es arreglar el lugar para que podamos dormir ahí el domingo. Estoy contenta, emocionada. Veo la mano de Dios haciendo lo suyo.
A mi niña no le gusta la idea. Por si tenía alguna duda, hoy que hemos ido, ha dicho "no quiero ir aquí". Ya se adaptará.
En esa casa viví unos años de mi adolescencia. Me dio gusto encontrarla diferente y no sentir que "regresaba". Fueron buenos años, fuera de la casa. Ya estaba con el papá de B cuando nos mudamos, de ahí a la última casa en la que viví con mi familia de origen; él me ayudó en esa mudanza; lo recuerdo clarito porque en mi paranoia, le hice llevar escondidas mis pastillas anticonceptivas.Silvia Parque