Un nuevo mes nos vamos de viaje con Paty, de Mi Dulce de Melocotón, gracias a su estupenda iniciativa viajera Blogger Traveller. Este mes he estado a punto de no llegar a tiempo a la quedada, ¡era incapaz de encontrar las fotos! Pero tocaba un tema con el que quería mostraros una tradición muy especial de mi pueblo, marcada con la llegada del Otoño y la caída de las hojas. ¡Así que después de remover Roma con Santiago mi marido las ha encontrado! Millones de gracias ♥
Vivo en Madrid, pero si llevas un tiempo conmigo y has visto alguno de mis viajes virtuales anteriores, seguro que ya sabrás que soy de un pueblecito de Toledo llamado Villacañas. Pues bien, igual que el inicio de septiembre en mi pueblo anuncia la vendimia... el comienzo del otoño da inicio a otra época muy especial.
Cuando las hojas de nuestros árboles cambian de color y empiezan a cubrir el suelo de nuestros parques y campos... florece el azafrán.
Las flores son preciosas, de ese lavanda claro que me encanta. Y esconde el llamado Oro Rojo. Esos tres clavitos granates que sobresalen de la flor, entre los estambres amarillos. El campo se tiñe de morado y empiezan las reuniones de familiares y vecinos para "mondar rosa".
Nos reunimos todos en casa del dueño del campo, que ya ha recogido la rosa del azafrán cuando, gracias al sol, ha decidido abrir sus pétalos. Alrededor de una mesa se colocan los platos, como si fuéramos comensales y, en el centro, coronando la mesa, una montaña de rosa recién cortada lista para ser mondada.
Los platos se van llenando entre anécdotas familiares e historias de otros tiempos. A la par, la montaña de rosa que llenaba la mesa va bajando. Es hora de volver a llenarla.
Y así pasa la tarde. Una familia o grupo de amigos reunidos alrededor de una mesa. Como antes, cuando no había televisión, ni discotecas, ni cines... hablando, riendo y compartiendo momentos mágicos, de esos que nunca se olvidan y siempre recuerdas cuando extrañas a uno de ellos.
Los niños también mondan rosa ¡y mi prima lo hace bastante bien!
Son tardes de otoño diferentes que comienzan con la caída de las hojas y el florecer de las rosas. Tardes que ojalá nunca caigan en el olvido. Este tipo de reuniones son una de las maravillosas costumbres que se están perdiendo debido al ritmo de vida de la actualidad. Pero espero que siempre queden rinconcitos maravillosos, como mi pueblo, donde este manto morado anuncie una nueva tarde en buena compañía.
Y, como broche final, he diseñado esta lámina especialmente para la ocasión. Dedicada a todas aquellas personas que saben descubrir la magia de la vida en esos pequeños detalles que para otros pasan desapercibidos.
¿Eres uno de ellos? ¿O tu vida pasa pendiente del reloj?
¿Quieres seguir viajando y viendo la caída de las hojas en las diferentes ciudades de mis compañeros de quedada?
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