Tocando mi guitarra y entonando todos los acordes, me encuentro reflejado de acuerdo a mis anhelos, sollozando y recordando aquel otoño que sucedió y que aún prevalece en lo recóndito de mi memoria.
Recuerdo bien como algunas de los árboles caían y se enterraban entre la tierra y la brisa espacial que me acompañaba, escuchaba como esta brisa me arrullaba en su canto frío con palabras incomprensibles.
Aquellas vibraciones y al poner total atención, me percate del significado y las respuestas que tanto había anhelado, muchas poseían recuerdos tangibles de una vida ya vivida, esto me permitió recordar la inmensa felicidad que sentí a conocer a tan magna belleza, el ver la textura de sus ojos, oler cada pensamiento y observar el brillo de su tez, me hicieron recordar la infinita alegría de poder sentirla.
Ella con su inminente tacto y sus cándidas palabras, prorrogaba cualquier emoción por eones, murmurando frases me hacía ver la felicidad de sentirla a mi lado, permitiendo hacer volverme en vida o simplemente llegar a sentimientos amorfos y fácilmente aplastar mis emociones como las hojas de este otoño. Suavemente lograba que yo llegará al cielo, y en un parpadeo hacer que yo llegará al infierno.
Sin duda alguna, tú eres aquella respuesta que el universo traía en sus manos, y logrando recordar cuando íbamos cogidos de la mano y convenciéndome ferreamente que tú eres mi felicidad, mi sentido y el amor de mi existir.